Los intentos por alcanzar una solución política al conflicto israelí-palestino fracasaron uno tras otro bajo los seis años de gobierno del primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu.
En vez de avanzar hacia la paz, se dio un recrudecimiento de la violencia y se incrementó la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania, haciendo cada vez más inviable la integridad territorial de un Estado palestino y dejando a Israel como el perpetrador de una flagrante violación de la ley internacional.
Las perspectivas de una paz bilateral, entonces, parecen muy lejanas. No obstante, a nueve días de las elecciones legislativas en las que Netanyahu busca reelegirse, medios israelíes informaron sobre una negociación secreta que se mantuvo entre el mandatario y representantes de la Autoridad Palestina (AP).
Los diálogos, según un documento al que tuvo acceso «Yediot Aharonot», se realizaron a través del delegado de confianza de Netanyahu, el abogado Itzjak Moljo, y un homólogo de la AP, Hussein Agha, con el objetivo de «poner fin al conflicto».
Entre 2009 y 2013 se debatieron cuestiones concernientes al intercambio de tierras sobre las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días de 1967, el estatus final de Jerusalén y el derecho al retorno de los refugiados palestinos.
El documento, titulado «Borrador para el Establecimiento de Propuestas hacia una Disposición Permanente», evidencia, según el diario, divergencias con la dura postura pública que muestra el primer ministro israelí hacia las negociaciones. Según el rotativo, Netanyahu no fue consistente con su postura política: mientras defendía la expansión de los asentamientos y la proyección de un poder duro contra la AP, por debajo negociaba intercambios territoriales.
De acuerdo al informe, Netanyahu propuso «una retirada total de las fuerzas israelíes de Cisjordania aplicada de manera progresiva» y respetando las fronteras previas a la ocupación de esos territorios palestinos en la Guerra de los Seis Días (1967).
«Las partes están de acuerdo en que Palestina sea un Estado independiente, soberano y viable cuyo tamaño será establecido en relación a las áreas que estaban bajo control de Jordania y Egipto antes del 4 de junio de 1967. El acuerdo establece que la formación de Palestina resolverá todas las reclamaciones, incluida la cuestión de los asentamientos», añade el documento. En esta línea, algunos de los asentamientos en Cisjordania serían desmantelados y otros podrían permanecer, señalando que los israelíes que decidieran vivir en el Estado lo harían «bajo jurisdicción palestina».
El status de Jerusalén es otro de los puntos centrales de las negociaciones y un constante foco de tensiones y violencia. Sobre la ciudad, que Israel proclamó en 1980 como «capital eterna e indivisible» y cuya parte oriental reclaman los palestinos como capital de su Estado, no se contempla una resolución final pero sí se deja «un reconocimiento implícito» a la demanda de la AP, según el periódico.
«Cualquier solución sobre Jerusalén debe abordar lazos históricos, sociales, culturales y efectivos de ambos pueblos con la ciudad y ofrecer protección a sus lugares sagrados», indica el borrador.
En virtud de ese documento, la AP recibiría un punto de apoyo permanente en el Valle del Jordán, tema de fricción durante el último proceso negociador por la reticencia de Israel a ceder parte de su control.
Asimismo, los refugiados palestinos podrían ver cumplido su derecho al retorno «sobre una base personal, en contraposición a la nacional».
Según «Yediot Aharonot» , la Oficina de Netanyahu reaccionó a la información asegurando que «en ningún momento» el primer ministro «se comprometió a retirarse a las fronteras de 1967, dividir Jerusalén o reconocer el derecho palestino al retorno. Esta es y sigue siendo su posición».
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