«Arabia Saudita acaba de abrir un nuevo capítulo en su historia. Parece haber decidido no sólo mostrar al mundo que cambió su rol en Oriente Medio, sino también hacer que la comunidad internacional la perciba bajo una nueva luz», opinó el analista Fahad Nazer.
Casi inmediatamente después de la muerte del rey Abdullah, su heredero, Salmán bin Abdulaziz al-Saud, quien ascendió al trono, pronunció un discurso oficial, garantizando la continuidad de la política de Riad. Sin embargo, tras sus dos primeros meses en el poder, quedó claro que tiene una visión muy diferente a la que tenía su predecesor y tal vez a la de todos aquellos que estuvieron antes que él, insistió Nazer en su artículo para la revista «The National Interest» que citó «Haaretz» en su edición digital.
«Podríamos estar presenciando el comienzo de una nueva forma saudita de pensar. Podríamos estar al borde de una perestroika saudita», opinó el analista.
«Salmán eliminó 12 cuerpos asesores, tanto políticos como económicos y creó en su lugar dos órganos nuevos: uno, para supervisar la economía y el desarrollo, y el otro, para asuntos políticos y de seguridad. Algunos describieron la medida como un intento de consolidar el poder, otros, como racionalización de una burocracia inflada», comentó el analista.
«A pesar de unos rumores persistentes sobre una salud débil, el rey se reunía casi a diario con alguno de los líderes de las naciones de mayoría musulmana: Turquía, Pakistán, Egipto y países miembros del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo. Estas reuniones hicieron a muchos pensar que Riad está reevaluando sus relaciones bilaterales con las naciones de la región e incluso está buscando nuevas alianzas para formar un frente común ante dos amenazas que considera cruciales: el Estado Islámico (EI) e Irán», señaló Nazer.
Según el politólogo, otra señal de que Arabia Saudita está fomentando una «perestroika» es que abandonó las prácticas de «una diplomacia quieta» y lanzó una operación militar sin precedentes en el vecino Yemen. Riad tiene un largo historial de participación en los numerosos conflictos yemenitas - desde inicios de los '60, ayudaba a las bandas que elegía con financiamiento o armas - pero nunca enviaba sus propias tropas al terreno», puntualizó el analista.
«La actual operación militar tiene como objetivo enviar tres mensajes separados», opinó Nazer. «El primero es una advertencia a Irán, que tiene una postura política enfrentada a la de Riad prácticamente respecto a cada conflicto actual en la región. El objetivo es instar a Teherán - que está cobrando fuerza en la arena mundial gracias al compromiso que consiguió con la comunidad internacional sobre su programa nuclear - a que deje de involucrarse en los asuntos árabes».
«El segundo mensaje es para los ciudadanos sauditas, para mostrarles que los recursos invertidos en equipamiento militar y entrenamientos no fueron gastados en vano», agregó.
«Y el tercero está destinado a Estados Unidos, quien abandonó la intención de derrocar militarmente al gobierno de Bashar al-Assad en Siria y está negociando con Irán, para descontento de Riad», añadió.
«La idea es decir a Washington, que fue su mayor garante de seguridad a lo largo de décadas, que ahora Arabia Saudita es capaz de defender su seguridad con sus propias fuerzas y, respectivamente, que ya no depende tanto de la administración norteamericana», explicó Nazer.
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