El primer ministro palestino, Rami Hamdallah presentó la dimisión de su gobierno de unidad, ante la fractura creciente entre Cisjordania y la Franja de Gaza, y el desafío a la Autoridad Palestina (AP) que representan las discusiones secretas entre Hamas e Israel.

El anuncio de esta renuncia dio lugar a una confusión que demuestra la profunda crisis política palestina.

«Hamdallah presentó su dimisión al presidente Abbás y éste le ordenó formar un nuevo gobierno», anunció Nimr Hamad, consejero político del líder de la AP.

«El primer ministro saliente deberá iniciar consultas de forma inmediata con todas las formaciones y movimientos palestinos, incluido Hamás», añadió. Hamad fue luego desmentido por el portavoz de la presidencia, Nabil Abu Rudeina.

Hamdallah presentó su dimisión a Abbás, quien no la aceptó ni rechazó, dijo un responsable de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). De hecho, el futuro del gobierno podría decidirse el próximo lunes durante una reunión del Comité Ejecutivo de la OLP, la dirección colegiada palestina.

Mientras tanto, el ejecutivo permanece en activo e inclusive en caso de dimisión, se mantendría hasta que se formase otro.

Pero el anuncio de esta dimisión puso de manifiesto la incapacidad de actuar del gobierno de unidad formado en 2014 para terminar con años de tensiones que casi llevaron a una guerra civil en 2007 entre las dos principales formaciones palestinas: Al Fatah y Hamás.

La eventual disolución del gobierno de unidad, que además debía consagrar la reconciliación entre los dos grandes rivales, añade nuevas incertidumbres a las ya presentes.

Las perspectivas de creación de un Estado palestino parecen más lejanas que nunca y la proclamada reconciliación quedó en la nada, mientras se consuma el alejamiento político de Gaza, bajo el control de Hamás, y Cisjordania, dirigida por Al Fatah.

«Hamás rechaza todo cambio unilateral de gobierno sin el consentimiento de todas las partes», señaló Sami Abu Zuhri, portavoz del grupo, poco antes de conocerse la dimisión del gobierno.

Más allá de las declaraciones de principios, un alto responsable de la organización terrorista, Ziad al-Zaza, dejó una puerta abierta, llamando a Abbás a remplazar a el actual gobierno, compuesto deliberadamente por tecnócratas, por otro más político, «con representación de todos los movimiento nacionales e islámicos para hacer frente a la ocupación israelí».

«Creo que vamos hacia un gobierno de políticos, no de tecnócratas», concidió un responsable de la OLP. «Las discusiones internas ponen de manifiesto la necesidad de un gobierno de ese tipo», aseguró.

Al Zaza dio a entender que Hamás formará parte del nuevo gabinete si el mismo fuera interlocutor de la comunidad internacional. El problema es que gran parte de la comunidad internacional rechaza tratar con Hamás, considerada organización terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea (UE) e Israel.

Pese a dejar sus diferencias internas de lado durante la guerra de Gaza en verano de 2014, la confrontación entre ambas formaciones volvió meses después, dominada por la ausencia de reconstrucción de la franja o la cuestión de la integración de miles de funcionarios de Hamás y del pago de sus salarios por parte del gobierno de la AP.

Pero la mayor preocupación de Abbás proviene de la existencia de contactos indirectos entre Hamás y el gobierno israelí, que se saltaron a la AP, para intentar concluir una tregua duradera en la región.

«Si la AP acepta la posibilidad de un acuerdo entre Hamás e Israel que no la incluya toda la idea de un Estado palestino, ésta desaparecerá completamente», aseguró un responsable de la OLP.

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