El servicio de inteligencia israelí considera que la caída del gobierno del presidente sirio, Bashar al-Assad, sería perjudicial para Irán, pero favorecería a Israel y Occidente, según un correo electrónico de la ex secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, filtrado por WikiLeaks.
Según el contenido del mail de la actual precandidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Jerusalén está convencido de que Teherán perdería a «su único aliado» en Oriente Medio si Assad fuera derrocado, con lo que la República Islámica «quedaría aislada» en la región.
Al mismo tiempo, «la caída de Assad provocaría una guerra sectaria entre los chiítas y la mayoría sunita, lo que a juicio del Mossad no sería malo para Israel y sus aliados occidentales», agrega la carta enviada en julio de 2012.
Según el documento, este posible conflicto sectario retrasaría el programa nuclear iraní.
«La mejor manera de secundar a Israel contra la capacidad nuclear de Irán, es ayudar al pueblo sirio a derrocar el gobierno de Bashar al-Assad», señala otra carta de Clinton.
«Assad con su vida y su familia en situación de riesgo, sólo la amenaza o el uso de la fuerza va a cambiar su postura», argumentaba la ex jefa de la diplomacia norteamericana.
No obstante, el gobierno de Barack Obama «fue comprensiblemente cauto a participar en una operación aérea en Siria como la que se llevó a cabo en Libia». Entre otros factores, porque «a diferencia de las fuerzas de oposición libia, los rebeldes sirios no están unidos y no tienen territorio. Libia es un caso fácil», destacó Clinton.
Anteriormente otros correos electrónicos desclasificados revelaron que el motivo principal para la intervención de Estados Unidos y sus aliados en Libia fue el interés por apoderarse de las grandes reservas de petróleo y oro de ese país. Además por los supuestos planes de Muammar Gaddafi de crear una moneda africana que provocaría un alto grado de independencia económica, especialmente en el norte de África.
En marzo de 2015, se reveló que Clinton utilizó una cuenta de correo electrónico privada a través de todo su mandato como canciller, lo que es considerado una violación de la política del Departamento de Estado.
Esta situación desató una serie de críticas y provocó la investigación del FBI sobre si la actual aspirante a la Casa Blanca puso en peligro información clasificada.
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