Un cepillo para el pelo podría develar la verdad sobre Eva Braun, la joven amante de Adolf Hitler, casada con el Führer el día anterior al suicidio de la pareja en el bunker de Berlín, sobre su origen judío.
La hipótesis ofrecida por un documental de la televisión británica Channel 4, que se emitirá el próximo miércoles en el Reino Unido, se basa en un análisis de un fragmento de ADN que se transmite por línea maternal - el haplogrupo N1b1 - asociado a los judíos de origen europeo, de los cabellos hallados en dicho cepillo en la residencia de Berqhof, una localidad montañosa de Obersalzberg.
Se trata de la casa en la que Eva Braun, 23 años menor que Hitler, transcurrió la mayor parte del tiempo, durante la Segunda Guerra Mundial. El «nido romántico» en el que la amante y posterior esposa probó transmitir una imagen idílica de la vida privada del dictador nazi, que en nombre de una irreductible ideología racista se hizo responsable del exterminio de seis millones de judíos.
Hitler tenía miedo de que su imagen pública quedara dañada por su relación con Braun, a la que conoció en 1929 a través de un fotógrafo cuando ella era una modelo adolescente y prefería que su pareja, a la que los historiadores describen como una mujer frívola y vanidosa, se mantuviera escondida en Berghof.
En los cabellos hallados en la residencia, los investigadores individualizaron una secuencia de ADN «fuertemente asociada» a los judíos askenazis que representan alrededor del 80% de la población judía. Y, en Alemania, numerosos askenazis se convirtieron al cristianismo en el siglo XIX.
«Se trata de un descubrimiento desconcertante. Nunca hubiera imaginado que se podría llegar a un resultado tan extraordinario», comentó Mark Evans, el animador de «The dead famous DNA» (ADN de muertos famosos) del Channel 4, que en episodios anteriores profundizó en los secretos genéticos de personajes como Napoleón Bonaparte, Elvis Presley y John Fitzgerald Kennedy.
Según los autores de la investigación, para confirmar en un 100% esta hipótesis se debería paragonar el ADN de Braun con el de sus dos descendientes aún vivos, que hasta el momento rechazan someterse al test.
Eva Braun transcurrió junto a Adolf Hitler los últimos 14 años de su vida. La idea de la mujer superficial, apolítica, desinteresada, que se tiene generalmente de la amante del dictador, fue revisada por la biógrafa Heike B. Goertmaker, para quien esta mujer tuvo un rol de complicidad más importante de lo que el régimen la mostró, con los crímenes cometidos por el hombre que por años veneró como a un Dios.
Braun habría participado, por ejemplo, en la maquinaria propagandística del dictador, filmándolo y fotografiándolo en la vida privada justamente para mostrar al mundo una imagen de un hombre familiar.
Respecto al antisemitismo del Führer no habrían, después de todo, emergido elementos en grado de poder reconstruir un hipotético punto de vista autónomo, según afirmó Goertmaker en una vieja entrevista al «Sueddeutsche Zeitung».
«Junto a Hitler existía una caza a los traidores y se esperaba la fidelidad de los otros hasta la muerte. Empero, de esto no se deduce en un modo directo una explícita adhesión al antisemitismo», sostiene la biógrafa.
Que Eva Braun fuera antisemita se da por descontado por gran parte de los historiadores del nazismo. Está claro que compartió sin reservas la visión de Hitler. Y con ésta, intrínsecamente el feroz odio hacia los judíos.
Al día siguiente de su matrimonio, ambos se suicidaron en el interior del búnker con cápsulas de cianuro. Hitler se disparó además en la cabeza.
El pasado marzo, los productores de ese programa compraron por 3.600 euros un cabello de Hitler que pertenecía al historiador británico David Irving, negacionista del Holocausto, para someterlo asimismo a un análisis de ADN.
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