La Jerusalén del final del siglo I a.C. gozó de cierto esplendor deportivo.
En la antigua Grecia, los Juegos Olímpicos venían en declive, pero todavía se celebraron en forma regular hasta el siglo IV d.C.
Roma tenía sus propios juegos: una serie de eventos que servían de espectáculo o circo, y que iban de las carreras de cuadrigas hasta el boxeo, pasando por las no tan deportivas pero mortales competencias de gladiadores, entonces en pleno auge.
¿Pero qué pasaba con el pueblo hebreo y su capital?
La primera referencia podría podría ubicarse en 175 a.C., cuando Jasón, el Sumo Sacerdote de Jerusalén, construyó un gimnasio deportivo de estilo griego - con espacios para practicar lucha, boxeo, natación y otras disciplinas -, en un intento por helenizar la ciudad.
Algunos textos acusan a Jasón de forzar a la gente a adoptar el modo de vida griego, deportes incluidos. La Enciclopedia Hebrea dice que se volvieron una moda tan fuerte, incluso entre algunos rabinos, que los más conservadores estaban horrorizados.
Al final, Jasón, enredado en las luchas de poder de su tiempo, terminó mal. Y así también su gimnasio, que fue destruido por el grupo fundamentalista de los Sicarios.
Más tarde, el rey Herodes reintroduciría el atletismo a la vida hebrea, con la construcción de un nuevo estadio en el siglo I a.C. y el establecimiento de unos juegos periódicos para honrar al César, que se llevaban a cabo especialmente durante las fiestas de peregrinación: Pesaj, Shavuot y Sucot.
Pero, en vez de quedar impresionados, los «sobrios judíos lo desdeñaron como deportes paganos, que no sólo corrompían las costumbres de la nación, sino que los llevaban a la disolución de los preceptos de la Torá, por lo que los condenaron grandemente», señala la Enciclopedia Hebrea.
En la Biblia se alude a ciertas disciplinas, pero los expertos las encuentran asociadas a la caza o a la defensa más que a la idea del atleta dedicado, como la entenderíamos hoy.
Luego, algún fanático del béisbol intentó una vez encontrar una raíz judía a ese deporte de bate y pelota en los juegos de pelotas y palos que practicaban los niños, como muchos otros en distintas épocas.
«Había juegos de pelota, pero informales. Diferentes variaciones de lanzar y atrapar. Lanzar una pelota contra la pared, hacerla rodar por el piso. Pero no se podía encontrar un Macabi Galilea jugando contra Hapoel Nazaret», explicó Yehoshúa Schwartz, experto en la materia, al diario «Yediot Aharonot».
«Las pelotas se hacían con trapos amarrados y cosidos. Si había más medios, las pelotas eran de mejor calidad», agregó.
«Aparte de eso, los niños jugaban a imitar a sus padres, a los soldados, incluso a las carreras de carretas. Todo lo cual puede considerarse como 'deporte' sólo en un sentido muy amplio», señaló.
Fuera de ellas, sólo quedan muy pocas referencias bíblicas en las que se puede ahondar.
Estas se refieren a disciplinas como tiro con arco: «Pero si digo al joven he aquí, las flechas están más allá de ti, vete, porque el Señor te ha enviado» (Samuel 1; 5; 20-23) o lanzamiento con honda: «De toda esta gente, setecientos hombres escogidos eran zurdos; capaces cada uno de lanzar con la honda una piedra a un cabello sin errar». Jueces; 20-16).
Los expertos coinciden en que documentan el hecho de que los judíos eran hábiles en ellas. Pero no que las practicaran en forma consistente y como una forma de actividad física.
«El tiro con arco se volvió prominente como juego en la Edad Media», añadió Schwartz. Y así también otros deportes, como los de pelota, la lucha, la natación y el levantamiento de objetos pesados.
Pero para entonces pasaron más de diez siglos desde que murió Herodes y el mundo era otro.
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