Durante lustros hubo en Argentina un programa que se llamaba Grandes Valores del Tango y cuyo conductor más eternizado en el cargo fue Silvio Soldán.
Allí convivían orquestas clásicas, grandes maestros como Osvaldo Pugliese o Mariano Mores con cantores modulados como Néstor Fabián o Jorge Falcón. Y había, cómo no, espacio para nuevas figuras, "nuevos" valores de la música ciudadana.

En la Argentina, en los últimos 15 años, surgió una generación de jóvenes que podría ser la selección de los grandes valores del tango actual. Una etiqueta eficaz aunque corta de vista.

Ellos estudiaron con maestros clásicos que se encontraban en la vereda de la revolución tanguera como Astor Piazzolla.

Entre ellos, por sólo citar a unos pocos, se destacan Marcelo Nisinman, Carlos Corrales, Ramiro Gallo y el pianista Andrés Linetzky.

Este último, Linetzky, es hoy en día uno de los músicos de tango más reconocidos del ambiente y actualmente dirige la orquesta Vale Tango.

De viaje por Israel por cuestiones familiares, Linetzky habló en exclusiva con Argentina.co.il sobre la actualidad del género, sus planes inmediatos y el judaísmo y sus históricos lazos con el tango. La noche anterior a la charla había tocado con la cantante Mariel Sol en un evento presenciado por 150 personas más que agradecidas.

Sin planteárselo, Linetzky dice que la nueva generación de autores e intérpretes afloró por una razón lógica. "Se produjo un bache enorme entre el auge que tuvo el tango en las décadas del 40 y el 50 con el principio de los 90. Nosotros comenzamos a tocar una música que prácticamente había desaparecido. En ese aspecto, somos los nietos del tango", describe.

El músico, que según él mismo reconoce, tuvo la suerte de tocar con Mores y Julián Plaza entre otros. Y de todos aprendió algo más allá de haber tenidos profesores de lujo como Horacio Salgán y Rodolfo Mederos.
Para Linetzky, la nueva gente del tango, los jóvenes, tenían encima la carga piazzollesca de la confrontación con el pasado clásico del tango. "Para Astor, las orquestas clásicas como las de Juan D'arienzo o Francisco Canaro estaban perimidas. Pero nosotros pensamos que era mejor escuchar todo que una parte y por eso también nos formamos con los que la ‘nueva ola' despreciaba", explica y recuerda el caso de Agustín Bardi, a quien Linetzky llegó tras escucharlo en la FM tanguera 2x4. Luego, vale aclarar, hizo un disco interpretando su obra.

Judío por origen y elección, el director de Vale Tango afirma que hay algo en el sufrir judío que se relaciona directamente por el tango y que por eso no es extraño que tantos judíos hayan estado y estén relacionados con el género, ya sea como autores, productores o intérpretes. Ejemplos: Raúl Kaplun, Ben Molar... "El tango es la cultura de Buenos Aires e influyó a todos. Los italianos, los españoles y por supuesto los judíos. Antes había muchos judíos que por temor usaban seudónimos pero yo llevo orgulloso mi apellido y mi tradición. Tengo mucho arraigo", cuenta.

En los próximos meses, Vale Tango saldrá de gira por Europa y no por primera vez. Desde una localidad helada en el norte de Noruega hasta un teatro lleno en Grecia, los europeos ya se deleitaron con el sexteto.

Además. Linetzky dirige un musical en el que Vale Tango forma parte pero que se compone de 25 personas. Su idea, entre tantas otras, es venir a Israel a presentar lo suyo.

Entre las materializaciones, Vale Tango acaba de terminar de grabar el disco "En vivo en La Viruta".

Sobre el final de la charla, este maestro contemporáneo, uno de los Grandes Valores de Tango, vuelve con el tema de tocar en Israel, algo que ya hizo con Miguel Angel Soto en lugares como la Opera de Israel en Tel Aviv o en Jerusalén. "Para mi, tocar aquí es una alegría triple. Simplemente emocionante".

.