Las redadas de judíos organizadas por la policía francesa a instancias del ocupante nazi en julio de 1942, y más en particular la suerte de los niños que fueron encerrados con todas sus familias en campos de concentración, pero también de los que se salvaron son objeto de una exposición en París.
Al conmemorarse el 70° aniversario de las redadas, el ayuntamiento de la capital presenta hasta el próximo 27 de octubre fotografías, cartas, dibujos o documentos oficiales, muchos de ellos inéditos y procedentes de colecciones particulares, para ilustrar uno de los episodios más negros de los que vivió el país en la Segunda Guerra Mundial, con el estigma de la implicación de las autoridades francesas de la época en el Holocausto.
«C'étaient des enfants» (eran niños) es el título de esta muestra que pretende poner el acento en el hecho de que los dirigentes nazis y sus esbirros colaboracionistas no tuvieron tapujos en llevar lo que con tono aséptico llamaban la «solución final de la cuestión judía» hasta sus últimos extremos: la captura y eliminación de menores, bebés incluidos.
Una barbarie que tuvo como fecha símbolo los 16 y 17 de julio de 1942 cuando las fuerzas del orden llevaron a cabo en París una redada de 14.000 judíos, sin distinción de edades - 4.000 eran niños -, la mayor parte recluidos en un primer momento en el Velódromo de Invierno, antes de ser transferidos a otros campos en Francia y luego a otros de donde muy pocos regresaron.
La capital francesa contaba cuando se inició la ocupación alemana en junio de 1940 con cerca de 200.000 judíos (unos 320.000 en todo el país), dos tercios de los cuales inmigrantes llegados de otras partes de Europa, sobre todo huyendo de persecuciones.
La presión y las amenazas contra esa población se acrecentó en los meses siguientes por directivas de los nazis, entre éstas la obligación para los mayores de seis años de llevar visible en su ropa una estrella amarilla, la prohibición de numerosas profesiones e incluso de circular por los espacios públicos, por no hablar de las detenciones arbitrarias.
Un ambiente que se hizo insoportable, lo que condujo a muchas familias a intentar buscar otros lugares de refugio, aun a costa de la separación de niños que fueron colocados en casas de quienes les acogían disimulando su condición de judíos.
Pese al celo de los ocupantes y de las autoridades francesas colaboracionistas, cerca del 80% de los niños judíos que habitaban en la ciudad antes de la guerra sobrevivieron al Holocausto por la movilización de sus padres, de las redes de resistencia comunitaria y por la solidaridad activa de otros ciudadanos.
Oficialmente Francia no reconoció su responsabilidad en la persecución y la exterminación de judíos planificada por los nazis hasta que en un ya histórico discurso el 16 de julio de 1995, el entonces presidente, Jacques Chirac, dijo que «sí, la locura criminal del ocupante, como todo el mundo sabe, fue secundada por franceses, secundada por el Estado francés».
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