La historia es poco conocida porque, a pesar de que los veteranos judíos que siguen con vida insisten en que no se avergüenzan de ello, el hecho dejó profundas marcas en la identidad de los finlandeses.
El tema sigue siendo espinoso, especialmente en la comunidad judía de Finlandia, según relató «The Telegraph».
Estos hechos, que se enmarcan en la Segunda Guerra Mundial, tienen su origen en la Guerra de Invierno, cuando la Unión Soviética (URSS) invadió Finlandia en 1939 y fue vencida a pesar de su increíble superioridad militar.
En ese momento, el jóvenes judíos finlandeses fueron reclutados para defender a su país de los invasores soviéticos.
No obstante, la gran mayoría de los judíos de Finlandia descendían de soldados rusos, pues Finlandia había estado bajo el Gobierno de ese país hasta su independencia en 1917. Por eso, según escribió Paul Kendall en el citado diario, la Guerra de Invierno «fue considerada por la pequeña población judía como una oportunidad de probar que eran ciudadanos finlandeses leales».
Tras un corto acuerdo de paz, la guerra volvió a Finlandia cuando Hitler invadió la URSS. Para entonces, Finlandia unió fuerzas con la Alemania nazi porque vio allí la oportunidad de recuperar los territorios perdidos en la Guerra de Invierno.
A pesar de que los judíos finlandeses sabían de la Noche de los Cristales y de otros ataques contra su pueblo en Alemania, «The Telegraph» informó que estos soldado «no consideraron desobedecer las ordenes de reiniciar la guerra contra la URSS, batallando junto a la Alemania nazi.
En algunas zonas de combate, los finlandeses se encontraron junto a los alemanes, y entonces los judíos tuvieron que enfrentar el miedo de tener otro enemigo entre sus aliados.
Sin embargo, a pesar de que temían que fuera revelado su origen judío, incluso en los casos en que esto ocurrió los soldados alemanes no ejercieron ninguna retaliación.
Según el medio, «cuando se encontraban con un oficial judío de mayor rango, eran forzados a saludar».
Además, a pesar de las circunstancias, el Gobierno de Finlandia nunca aceptó la exigencia de Hitler de instaurar leyes antisemitas en su país. Cuando el artífice de la Solución Final, Heinrich Himmler, le preguntó al primer ministro finlandés, Jukka Rangell, por la cuestión judía, este respondió: «No tenemos ninguna cuestión judía».
En esa campaña militar ocurrieron escenas inimaginables en otros lugares de Europa, pues soldados alemanes llegaron a sentarse, con sus uniformes, en una sinagoga construida cerca del frente de batalla junto a los soldados judíos que rezaban.
«The Telegraph» añadió que, en ese momento, si bien se conocían hechos como las deportaciones de judíos, muchos de los detalles del Holocausto, como las cámaras gas o los horrores de los campos de concentración y exterminio, seguían siendo secretos.
Tras la guerra, cuando los horrores de los nazis fueron hechos públicos, hubo una creciente sensación de descontento entre los mismos judíos finlandeses por el trato especial que recibieron, e incluso fueron tratados como traidores en un encuentro de veteranos en Tel Aviv, en 1946.
El malestar que supone preguntarse si ayudando a Hitler no ayudaron también a prolongar el genocidio contra los judíos sigue sintiéndose en la actualidad, según agregó el medio.
Los judíos finlandeses se justifican diciendo que su participación en la guerra, al demostrar la lealtad a su país, eliminó el antisemitismo de Finlandia y protegió a la demás población judía del Holocausto.
Esta justificación, sin embargo, siempre termina en una paradoja, como señaló «The Telegraph»: mientras los demás soldados finlandeses pelearon por su futuro, si Hitler hubiera ganado la guerra, los soldados judíos no habrían tenido ninguno.
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