Anouk Markovits pasó los primeros 19 años de su vida en Francia, tratando de comprender las motivaciones y deseos de su familia, miembros de Satmar, una secta ultraortodoxa jasídica fundada en el siglo XVIII y que, entre otras cosas, niega el sionismo, arregla los matrimonios entre sus miembros y restringe el contacto físico incluso entre marido y mujer.
Markovits huyó unos días antes de casarse con el candidato escogido por sus padres. Nunca más volvió a verlos, ni a saber de ellos. Ahora, tres décadas después, la autora se enfrenta a su propia huida en «Las hijas de Zalman», una novela con sabor a memoria que nació poco después de los atentados del 11-S.