Un juvenil Jorge Luis Borges se regocijó ante la posibilidad de contar con antepasados de sangre judía, una hipótesis que nunca pudo comprobar pero que igualmente hubiera deseado fuese realidad y que tuvo su correlato en su obra literaria y sus posiciones públicas en contra del antisemitismo.
Aunque hasta ahora los expertos habían puesto sus ojos en las raíces inglesas del escritor argentino y la influencia de estas en su obra, la relación de Borges con el judaísmo fue el eje de la ponencia central del quinto Simposio Internacional de Estudios Sefardíes, que se realizó en Buenos Aires hace pocos días.
Su escritora, filóloga y crítica literaria, María Gabriela Mizraje, destacó que Borges «tuvo una firme voluntad de inscribirse dentro de la cultura judía en general y sefardí en particular».