Nunca fue más cierta la frase del filósofo y poeta judío español Yehuda Halevi: «Hay entre nosotros un mar de lágrimas con rugientes olas y no puedo llegar hasta tí».
Sabias y premonitorias palabras escritas hace 10 siglos que expresan la frustración de todo un país y más que nada de la windsurfista Lee Kurzitz, quien no pudo subir al podio al terminar la última regata en clase RS:X Neil Pryde en 9º lugar y quedar 6ª en la clasificación final.
El mar no sólo fue «cruel» para Kurzitz, sino también para los otros representantes israelíes en los Juegos Olímpicos.
En veleros de clase 470, Gideón Klieger y Erán Sela finalizaron su última regata en un discreto 25º puesto perdiendo toda chance de participar en la regata de las medallas quedando 15os en la clasificación final.
En la clase femenina de 470, Vered Buskila y Gili Cohen tienen todavía dos regatas para lograr clasificar entre las 10 primeras y participar de la regata de las medallas. Por ahora están 12as en la clasificación general.
¿Quién dijo que todas son malas noticias desde Londres? Bajo los acordes de Hava Naguila, la gimnasta estadounidense, Aly Raisman, logró lo que no pudo hacer su homólogo israelí, Alex Shatilov. Raisman obtuvo la medalla de oro en ejercicios de suelo en la categoría femenina.
A veces hay que saber volver a las raíces.
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