Mujeres, palestinas y amantes de la velocidad son los rasgos que unen a las pilotos Muna Enab, Marah Zahalka, Betty Sade, Nur Daud y Maysún Yayusi, más conocidas como las «Speed Sisters» (Hermanas de la Velocidad) y cuyas vidas fueron retratadas en un documental que se estrena esta semana.
«Es como una versión de la película 'Too Fast Too Furious' pero con corazón», bromeó uno de los cantantes de la formación de rap Damn (Sangre en árabe), integrada en la banda sonora del film sobre el primer grupo femenino de pilotos de Oriente Medio, que se presenta en Cisjordania y Jerusalén tras recibir excelentes críticas en el festival de Doha y en el HotDocs de Canadá.
Con honestidad y mucho humor, estas cinco peculiares palestinas se pusieron frente a la cámara para enseñar que, para ellas, lo más importante es ser fiel a sus sueños más allá de los estereotipos de una sociedad conservadora como la árabe, donde aún muchos fruncen el ceño cuando comprueban que quienes corren sobre el asfalto son mujeres.
«Al principio fue difícil. Empecé a correr sin que mis padres lo supieran, hasta que un día me vieron en las noticias. ¿Qué haces?, me gritaron, ¡Esto es peligroso!», comentó Maysún Yayusi.
Antes de mudarse a Jordania con su esposo y correr junto a él en el desierto, fue la encargada de aglutinar a las pilotos, de caracteres y orígenes distintos, que captaron la atención de la directora canadiense de origen libanés Amber Fares durante una carrera en Belén en 2010.
«No pude creer lo que veía. Cuando piensas en Palestina, una de las últimas cosas que te vienen a la cabeza son carreras de coches bajo la ocupación», reveló Fares, quien tras el 11 de septiembre masticaba la idea de dar otro tono a la información procedente de esta región.
Eso es precisamente lo que encontró en medio de un ambiente festivo, música atronadora y ruido de motores. «Unas mujeres que se preparaban para correr. Qué gran forma de hablar sobre un lugar a través de mujeres como ellas», explicó.
Así es como comenzó «Speed Sisters. The Film», la historia de un equipo consolidado gracias a la ayuda de un sorprendido consulado británico que se volcó en dar apoyo técnico y un vehículo a estas mujeres cuando supo de su existencia.
Muna Enab se autoproclama como la «primera hermana» ya que empezó a correr en 2004 en su ciudad, Ramallah.
«No fue fácil, me llevó tiempo que los chicos se acostumbraran a que estaba entre ellos. Pero luego me fueron aceptando, me daban consejos, me enseñaban cómo conducir», señaló.
Los padres de Marah Zahalka, la más joven de todas, siempre estuvieron de su lado a pesar las críticas de allegados o del esfuerzo económico que supuso para esta familia del campo de refugiados de Jenín darle un vehículo para competir a su hija, licenciada recientemente.
«Entendí su pasión cuando con once años me robó el coche por primera vez», narra su madre entre risas en el documental, que en gran parte gira entorno a la figura de esta potente piloto, considerada por muchos la mejor de todas.
Obstinada, terca y pasional es también Nur, cuyo manejo del «drafting» (técnica basada en el derrape) la llevó a competiciones internacionales lejos de los reducidos espacios de los que disponen para correr en la Autoridad Palestina (AP).
El género o la posición económica no son los únicos retos que encaran las «hermanas» en Cisjordania, un territorio bajo ocupación militar israelí desde 1967.
Esto se traduce en restricciones de movimiento con puntos de control militares, limitaciones en los espacios a usar o incluso agresiones de soldados israelíes que en alguna ocasión dispararon latas de gas contra las corredoras mientras entrenaban en un descampado próximo a una prisión palestina, como muestra el documental.
«Lo que se ve en la película es lo que somos y lo que es la vida real aquí. Y aquí la mujer es muy fuerte», reflexionó Betty Sade, nacida en México, donde su padre se forjó una carrera como piloto, profesión que también comparte con su hermano.
«La vida aquí no es fácil. La gente, una sociedad reservada, la ocupación. Pero queremos luchar por nuestro sueño; me gusta pensar que somos un modelo a seguir para otras mujeres», dijo, y añadió que «en un lugar tan encerrado correr te hace sentirte libre».
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