La ministra de Cultura y Deportes israelí, Miri Regev, presentó en el Parlamento una reforma de la ley de subvenciones culturales con el objetivo de que sólo reciban fondos aquellos artistas e instituciones que sean «leales a la cultura del país».
Regev aseguró que es la primera vez que «el apoyo a una institución cultural dependerá de su lealtad al Estado de Israel.
La medida fue calificada como un intento de censura por gran parte de la población del país y por la Unión Europea (UE).
Regev rechazó las acusaciones asegurando que «la libertad de expresión es parte del ADN de Israel, al que no tengo ninguna intención de dañar, pero «el Estado no financiará ninguna institución cultural que subvierta los fundamentos de Israel» y lamentó el «clamor» porque «sólo reclamo que acaten la ley».
En una reunión del Comité de Educación y Cultura del Parlamento, la ministra explicó que no inventó ninguna ley nueva, sino que sólo pretende introducir una enmienda para que pueda tener potestad no sólo para liberar fondos, sino también para retenerlos», cuando considere que manifestaciones culturales incitan al racismo, la violencia, el terrorismo, o apoyan conflictos armados contra Israel.
Regev destacó que su ministerio «no será un cajero automático» y que gracias a la reforma dispondrá de la autoridad para negar fondos a instituciones culturales que no cumplan la leyes porque ellas tampoco están por encima de las mismas.
La ministra insistió en que luchará por la libertad de expresión, «pero no voy a tolerar violar la ley con ese pretexto».
La diputada de la Unión Sionista, Ksenia Svetlova, lamentó que la ministra «pisotee sistemáticamente los valores democráticos como en la mejor tradición macartista».
Tzipi Livni, alta líder del mismo partido, calificó a Regev como «la agente extranjera más importante que tiene Israel».
Livni alertó que las intenciones de Regev son convertir a Israel en un país que persigue a los que habitan en él» y subrayó que quiere destruirlo desde adentro y aislarlo del resto del mundo.
Aunque Regev explicó que sólo quiere redefinir y actualizar prioridades culturales, Livni señaló que quienes no saben qué hacer frente a los enemigos externos «tampoco saben cómo proporcionar seguridad. Entonces crean enemigos internos y provocan más odio y más división».
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