El Estado israelí administra más del 90% de la superficie del país, y el enmarañado proceso burocrático de liberar parcelas y aprobar la construcción hace que construir una vivienda nueva pueda llevar 13 años, más del doble que la media de OCDE.
Una de las condiciones de Moshé Kahlón, líder del partido de centro-derecha Kulanu, para aceptar el cargo de ministro de Finanzas fue unificar los diferentes organismos relacionados con la vivienda dispersos entre múltiples agencias bajo su control.
Sólo entonces, explicó Kahlón, podía reducir ese lapso para aumentar la oferta.
Los precios de las viviendas vienen siendo un motivo de preocupación política desde que provocaron protestas masivas en el verano de 2011, seguidas por una serie de medidas gubernamentales destinadas a bajar el costo de vida.
En la actualidad, un departamento modesto de tres dormitorios en el área de Tel Aviv, el centro demográfico más grande de Israel, promedia unos 740.000 dólares.
El promedio a nivel nacional es 360,000 dólares, según datos gubernamentales.
La tasa de interés baja del Banco de Israel, cercana a cero ya desde hace más de un año, es un motor importante del aumento en los precios.
La cantidad de familias deseosas de comprar departamentos superó los inicios de construcción de vivienda en miles de unidades, lo cual generó una escasez acumulada de más de 100 mil unidades.
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