El Gobierno israelí aprobó un plan especial de apoyo a las minorías árabes por valor de 15.000 millones de shekels, unos 3.865 millones de dólares.
«Se trata de un ayuda sustancial destinada a las minorías y para reducir las diferencias» sociales, dijo el primer ministro israelí Binyamín Netanyahu, tras obtener el apoyo del Ejecutivo.
«Es un paso importante e histórico hacia la reducción de las diferencias sociales», señaló la ministra de Igualdad Social, Gila Gamliel, del partido gobernante Likud.
Gamliel agregó que la aplicación del plan «debe contribuir significativamente al desarrollo económico de las minorías, incrementando su participación en el porcentaje de trabajadores y mejoras en los resultados educativos».
La propuesta, que contiene el plan de ayuda más cuantioso de la historia de Israel para la minoría árabe, drusa y circasiana, tenía que haber sido votada el pasado domingo, pero fue retrasada por discrepancias sobre si debía incluir las ciudades mixtas, lo que finalmente no ocurrió.
Los árabes musulmanes y cristianos representan alrededor de un 20% de los 8,7 millones de habitantes de Israel, en tanto que los drusos rondan el 1,2% y los circasianos (musulmanes sunitas originarios del Cáucaso) son sólo 5.000 personas.
El proyecto de asistencia, destinado a alentar el desarrollo en estas poblaciones y sus condiciones de vida, fue promovido por la oficina del primer ministro, el Ministerio de Finanzas y el Ministerio de Igualdad Social.
De esa suma, unos 1.200 millones de shekels (309 millones de dólares) irán destinados a promover la construcción y otros 1.400 millones (361 millones de dólares) para mejorar infraestructuras municipales.
También abordará la mejora del transporte público para acercar estas poblaciones - concentradas en la Galilea (norte) y el Negev (sur) -, a los centros de mayor actividad empresarial del país.
La educación estará en el centro del programa de desarrollo a todos los niveles, desde guarderías hasta universidades, así como en programas de educación no formal para personas que ya no tienen posibilidad de estudiar una carrera.
Por su inferior nivel educativo, que en muchos casos no supera la secundaria, la población árabe tiene menores oportunidades laborales que la mayoría judía, lo que a lo largo de las últimas décadas la fue retrasando.
Según informes de organismos internacionales, la minoría árabe es - junto con la comunidad judía ultraortodoxa - la que menos aporta al PIB nacional, y la que más mano de obra desperdiciada tiene.
«Es un paso importante e histórico hacia la reducción de las diferencias sociales», señaló la ministra de Igualdad Social, Gila Gamliel, del partido gobernante Likud.
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