El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, tachó de «falsas» las acusaciones que, según él, buscan derribar a su partido político Likud y «llevar a la izquierda al poder», en relación a la supuesta apropiación de recursos por parte de su esposa.
Según informó «Haaretz», la esposa del mandatario, Sara Netanyahu, recolectaba y devolvía a los supermercados las botellas compradas por el Estado.
De acuerdo con el rotativo, de esta manera pudo recibir y quedarse con 4.000 shekeles (cerca de 1.000 dólares), aunque, según el líder, el dinero fue devuelto al Estado.
El contralor del Estado, Yosef Shapira, se encuentra en proceso de transmitir al fiscal general israelí, Yehuda Weinstein, todo el material acerca de dicho asunto.
La oficina de Shapira indicó que el caso debe transferirse a Weinstein porque Sara Netanyahu no es una figura oficial sujeta a la investigación de la contraloría y como ciudadana está bajo la jurisdicción de la fiscalía general.
Hace dos años, los Netanyahu devolvieron unos 1.000 dólares en concepto de depósitos de botellas al Estado, se estima que los mismos ascendieron a 250 dólares al año.
Sin embargo, según un ex empleado de los Netanyahu, la cantidad que adeudan al Estado por los depósitos es mucho mayor que la que devolvieron.
Este antiguo trabajador, Meni Naftalí, ex mayordomo de la residencia oficial de los Netanyahu, aseguró que Sara es la que fue recopilando este dinero desde que su marido se convirtió en primer ministro en 2009 y que él lo sabe.
El ministerio de Justicia, que también revisó el caso, se encuentra a la espera de un informe completo sobre la residencia del primer ministro, que incluye información sobre el tema de los depósitos de botellas.
La policía debatió internamente posibles acciones tras una primera información sobre el tema, pero decidió esperar instrucciones directas de la fiscalía para investigar.
Naftalí, que demandó al Estado y al primer ministro por diversas injusticias que alegó haber sufrido, aseguró que Sara exigía a los trabajadores que devolvieran las botellas a los supermercados y le dieran los depósitos a ella.
En respuesta a las preguntas de «Haaretz» sobre esta cuestión, Rafi Shamir, del departamento de comunicaciones de la oficina del primer ministro indicó que «en mayo de 2013, los Netanyahu transfirieron 1.000 dólares al departamento de contabilidad de la oficina por propia iniciativa. La cantidad mencionada coincide con las estimaciones de la cuenta basada en el consumo de botellas de bebidas en la residencia oficial desde abril de 2009», dijo.
Sin embargo, según Naftalí, la cantidad que los Netanyahu pagaron no se acerca a la suma real correspondiente por las botellas consumidas, que según el ex mayordomo es de «60 dólares cada 15 días».
Si estos números son correctos, los depósitos ascendieron a 1.500 dólares al año y en más de cuatro años (entre 2009 y 2013, cuando los Netanyahu ingresaron el dinero) alcanzaron la suma de unos 6.000 dólares.
Por su parte, la oposición israelí exigió abrir una investigación judicial contra los Netanyahu por apropiación de fondos públicos.
La dirigente del partido Meretz, Zehava Gal-On, recordó que el anterior primer ministro Itzjak Rabín tuvo que dimitir de su primer mandato, en 1976, por mucho menos e llamó a Weisntein a iniciar una investigación.
«Si la revisión revela que es cierta la información, insto a Netanyahu a que abandone la campaña para ser primer ministro de nuevo», afirmó la parlamentaria.
El interés que el caso despertó en los medios reveló asimismo que los malos modos de Sara con muchos de los empleados podría deberse en parte al consumo nocturno del alcohol, y que el matrimonio Netanyahu adquiría las bebidas a cuenta del contribuyente.
«Esta semana hemos supimos que Netanyahu gastó en dos años 100.000 shékels (unos 25.500 dólares) del contribuyente en la compra de alcohol», afirmó la dirigente del partido Hatnuá, Tzipi Livni, en un acto público de campaña.
Y en un cálculo mensual recordó que se trata de una suma equivalente al sueldo mínimo en Israel hasta el pasado noviembre, que cobran cerca de un millón de trabajadores.
A las críticas sobre los hábitos de los Netanyahu se sumaron otros políticos de los partidos de oposición, en una campaña de cara a los comicios anticipados del 17 de marzo que va tomando cada vez más tintes personales.
El primer ministro culpó hace unos días a los medios de comunicación por esta campaña de desprestigio personal contra él y contra su esposa, y aseguró que el proceso judicial de Naftalí no es ninguna casualidad.
Naftalí demandó a los Netanyahu por difamación, acoso e incumplimiento laboral a principios del año pasado, mucho antes de que se convocaran las elecciones.
El mes pasado el poder judicial resolvió aplazar las audiencias hasta después de los comicios por tratarse de una demanda civil, pero la presentación de testimonios por el demandante no consigue frenar el aluvión de críticas contra los Netanyahu ni los titulares sensacionalistas en la prensa.
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