Israel puso en libertad a infiltrados africanos en virtud de una decisión de la Corte Suprema contraria a la política gubernamental, que intenta contener la llegada de éstos, aunque los dejó desamparados y sin tener dónde ir.
«¡No hay nada que festejar! No sabemos dónde ir, no sabemos dónde vamos a dormir esta noche», dijo un sudanés delante del centro de retención de Holot, en el desierto del Negev, al sur del país.
Los liberados - en su mayoría sudaneses de Darfur - dejaron este centro de retención portando grandes maletas. «Un total de 1.178 personas fueron puestas en libertad», indicó Siván Weitzman, portavoz de la autoridad penitenciaria.
En virtud de un decreto del 11 de agosto de la Corte Suprema, el Gobierno israelí fue obligado a liberar en un plazo de dos semanas a clandestinos detenidos desde hace más de un año en el centro.
La Corte invalidó además una disposición que permite retener sin juicio, hasta 20 meses, a clandestinos. Se trata de la tercera decisión judicial en dos años contraria a la política de los sucesivos gobiernos del primer ministro Binyamín Netanyahu, que intenta limitar la llegada de infiltrados, mayoritariamente originarios de Sudán o Eritrea.
En un paisaje donde se entremezclan las alambradas y los barracones, con el desierto como único horizonte, la libertad adquiere un sabor de incertidumbre para quienes salieron del centro de retención, con sus pesadas maletas y sus mantas bajo el brazo. Una vez fuera, algunos iban hacia las paradas de autobús, subían en uno de ellos, y poco importaba hacia qué dirección.
Fisel Sidig Adam, un Sudanés del Darfur , de 28 años, agradeció a la Corte Suprema, pero esperaba más, «una verdadera solución de Estado, algo de ayuda, no los 64 shekels (16,5 dólares) y el sándwich que nos dieron».
«Nos entregaron un papel en el que está escrito 'Prohibido ir a Eilat o a Tel Aviv', y es ahí donde conocemos gente. No tengo dinero para alquilar un apartamento. ¿Dónde voy a ir?», se preguntó.
Según la ONU, Israel alberga a 53.000 infiltrados y solicitantes de asilo. La mayoría de ellos ingresó ilegalmente por el Sinaí egipcio. Israel es para ellos el único país con elevado nivel de vida al que se puede acceder a pie.
Esta inmigración a Israel data de hace muchos años. A diferencia de Europa, y debido a su situación geopolítica, el Estado hebreo no está sin embargo confrontado a nuevos flujos migratorios procedentes de Libia o Siria, pese a ser países cercanos, explicó Sabín Hadad, portavoz del Ministerio de Interior.
Los detenidos liberados de Holot difícilmente se sumarán a las olas migratorias que intentan llegar a Europa. Salir de Israel no justificaría para ellos asumir tamaño riesgo.
El alcalde de la ciudad de Arad, la más próxima al centro de detención de Holot, ordenó a la policía que se desplegara en los accesos a la localidad para impedir la entrada de los extranjeros que acaban de ser liberados.
El intendente Nisan Ben Hamo responsabilizó de la situación al Ministerio de Interior, al prohibir a los infiltrados dirigirse a Tel Aviv o a Eilat.
«Van a acabar instalándose en las ciudades del sur, ya que no se organizó ningún servicio de transporte para ellos y no tienen adónde ir. En Arad ya están viviendo ahora mismo cientos de demandantes de asilo», explicó el alcalde en su página en Facebook.
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