A un año de la terrible tragedia en el Monte Carmel que se cobró 44 víctimas, se llevó a cabo en las cercanías del kibutz Beit Oren un acto recordatorio durante el cual fue inagurado el monumento con el nombre de los caídos.
En la ceremonia estuvieron presentes el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, el presidente de la Knéset, Reuvén Rivlin, ministros, oficiales del cuerpo de bomberos, familiares de las víctimas y autoridades municipales, entre muchos otros.
En su discurso, Netanyahu se dirigió a los familiares de los caídos y les dijo que "todo Israel pudo ver la intensidad de las llamas y todo el pueblo está con ustedes en la intensidad de vuestro dolor".
El premier agregó que "se puede encontrar consuelo en el heroismo y en el enorme espíritu de voluntarismo y entrega de quienes hicieron todo lo posible para salvar vidas frente a las llamas".
Un año atrás, el devastador incendio del Carmel movilizó a un gran número de países - incluso a la Autoridad Palestina -, que se pusieron a disposición de Israel para paliar los estragos de las llamas.
Por primera vez en mucho tiempo, Israel fue noticia en el exterior por algo más que el proceso de paz y los asentamientos, y pasó a ser alquien que requiere de la solidaridad internacional para hacer frente a una catástrofe.
Para un país cuya supervivencia esta basada en tener que aparentar superioridad en todos los frentes, haber solicitado ayuda supuso una amarga cura de humildad, pero sobre todo, la tragedia significó mostrar su humanidad.