Cientos de personas acompañaron los restos de Moshé Silman, el hombre de 57 años que se prendió fuego durante un manifestación de protesta en Tel Aviv la semana pasada y que falleció el pasado viernes tras haber estado hospitalizado durante seis días en el Centro Médico Sheeba con quemaduras de tercer grado en el 95% de su cuerpo.
«Moshé, mamá se ocupará de ti ahora. Perdóname por no haberte ayudando lo suficiente», dijo Bat Tzion Elul, hermana de Silman, durante su funeral en el cementerio de la ciudad de Holón.
Al entierro llegaron activistas de justicia social para presentar sus respetos a Silman, apoyar su causa y acompañar a la familia. El activista Yossi Baruj lo elogió destacando que «era un buen hombre, y cuando pudo darles a los demás, lo hizo».
Baruj destacó la fuerza de Silman para pelear por los que estaban en su misma situación, convenciéndolos de que ninguno estaba preparado para ser un «sin techo».
«Con sus actos, Moshé barrió a todos en un remolino y colocó el espejo de la pobreza de Israel frente a nosotros», dijo Irit Lev, miembro de Rabinos por los Derechos Humanos y una activista en el movimiento de justicia social de Haifa.
«Los ministros del gobierno están haciendo caso omiso de su responsabilidad hacia los ciudadanos del estado. Exigimos que nadie termine de esta manera, y espero que Moshé sea el último», agregó.
Por lástima ese deseo no se cumplió. Ayer por la tarde otro hombre, esta vez un veterano de las FDI discapacitado, se prendió fuego en una estación de autobuses en la localidad de Yahud, cerca de Tel Aviv. El hombre, de unos 50 años, fue trasladado de urgencia al Hospital Sheeba con quemaduras en más del 80% de su cuerpo e inducido a un coma farmacológico.
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