El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, anunció un amplio proyecto interministerial para ayudar a decenas de miles de residentes de las áreas atacadas con cohetes en la región sur y centro del país a reconstrurir sus casas, sus negocios y sus vidas.

Netanyahu nombró al director general de la Oficina del Primer Ministro (OPM), Harel Locker, para que encabece un equipo encargado de «que la vida regrese rápidamente a la normalidad», se informó en un comunicado.

El personal especial «incluirá a jefes de finanzas, de vivienda, de la industria y el comercio, de turismo, del interior, de servicios sociales, de los ministerios del desarrollo del Negev y la Galilea y de Agricultura, mientras la OPM y el Consejo de Seguridad National están haciendo esfuerzos paralelos», señaló el comunicado.

La «Operación Pilar Defensivo» de ocho días lanzada por Israel para detener los incesantes disparos de cohetes de las organizaciones terroristas palestinas en la Franja de Gaza contra ciudades y poblaciones del Estado hebreo, realizó más de 1.500 incursiones y ataques de artillería contra depósitos de cohetes y otros armamentos, equipos de lanzamiento e infraestructura militar de los grupos islamistas.

Seis civiles israelíes y soldados murieron en los bombardeos palestinos a distancias de entre 50 y 60 kilómetros en torno al enclave costero de Gaza, que también incluyó cohetes de larga distancia que llegaron a los alrededores de Jerusalén y Tel Aviv.

Cientos de vivendas, negocios y estructuras públicas resultaron dañadas, y los residentes del sur tuvieron que permanecer a distancias de 15 a 60 segundos de las áreas protegidas, lo cual paralizó la educación y el comercio.

El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, al presentar un análisis de la operación, dijo que «todos nuestros objetivos fueron alcanzados, eliminando los cohetes Fajr-5, de fabricación iraní, plataformas lanzacohetes y oficinas, bases militares y túneles de contrabando de Hamás».

Sin embargo, muchos residentes del sur tienen sentimientos mezclados sobre el acuerdo de cese al fuego del Gobierno, porque no pone fin definitivamente a la amenaza de cohetes. Durante una década, unos 12.000 cohetes y proyectiles de mortero los mantienen escépticos.

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