Las principales autopistas de Israel tivieron que ser cerradas al tráfico por el peor temporal de lluvia y fuertes vientos registrados en el país desde hace al menos diez años, que causaron numerosas inundaciones y el desbordamiento de ríos habitualmente secos.
El temporal, que comenzó el domingo último, se espera que continúe, e incluso empeore, con fuertes nevadas en Jerusalén y en los montes de Judea hasta este jueves.
Las copiosas lluvias, que caen sin parar también en la Autoridad Palestina, provocaron el aumento repentino del cauce del río Shjem, cerca de la ciudad cisjordana de Tulkaerm, donde se alza una parte del muro de seguridad que la separa de Israel.
Las enormes cantidades de agua no reconocen fronteras por más que estén hechas de hormigón armado. El fuerte torrente provocó el desborde del río Shjem que consiguió romper el muro de seguridad y entrar en forma de «tsunami» - sin alerta previo - en la localidad fronteriza de Bat Hefer formando allí un verdadero lago y causando daños a más de 300 viviendas del lugar cuyos habitantes sorprendidos y desesperados debieron ser evacuados por elementos del Ejército.
Por otra parte, las inundaciones de varias calles paralizaron el tráfico en Tel Aviv y en numerosas ciudades, provocando enormes atascos, mientras que la principal autopista del país, que conecta la mayor urbe israelí con Jerusalén, tuvo que ser cortada en ambas direcciones.
La mayoría de las autopistas fueron cerradas o presentan serios problemas a la circulación debido a las inundaciones.
El caudal del río Ayalón, en Tel Aviv, habitualmente un cauce sin agua, aumentó por encima de su capacidad y desbordó después de que el temporal alcanzase el centro de Israel.
La Policía solicitó a los conductores no circular en esa zona y evitar en lo posible usar el automóvil.
Las cuatro estaciones de tren de Tel Aviv fueron cerradas, así como el tren ligero que conecta los suburbios de la ciudad.
Asimismo, se registraron demorados cortes de electricidad en varias ciudades del país, principalmente en Hadera, al norte de Tel Aviv, debido al desbordamiento del río Hadera y a la caída de postes eléctricos provocada por los fuertes vientos, que alcanzaron velocidades superiores a los 100 kilómetros por hora.
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