El director general del ministerio israelí de Salud, Roni Gamzu, negó que la decisión de revisar y asegurarse cómo se dan las prescripciones de anticonceptivos suponga la admisión de que fueron usadas en muchos casos contra la voluntad de judías inmigrantes etíopes.
Dicha acusación fue realizada en el pasado por varias ONGs en Israel. En el centro de la polémica, el anticonceptivo femenino Depo-Provera.
En una carta enviada la semana pasada a las clínicas, Gamzu pidió «no renovar prescripciones del Depo-Provera a aquellas mujeres de origen etiope u otras mujeres si por cualquier razón haya un mínimo temor de que no entendieron las consecuencias del tratamiento».
En la misiva, Gamzu recordó que si es necesario deben tener la asistencia de un intérprete para entender completamente su uso y las distintas opciones a su disposición.
Israel siempre negó una política de control y limitación de la natalidad de las mujeres etíopes en las distintas fases de emigración tanto en sus zonas de origen como a su llegada al país.
Un informe del pasado diciembre relacionaba dichas inyecciones con la reducción a casi la mitad de la tasa de natalidad en la comunidad etiope en la última década.
Hace dos semanas, la Asociación de Derechos Cívicos en Israel (ACRI) envió una carta a Gamzu: «El extenso uso de Depo-Provera en mujeres etíopes levanta fuertes sospechas de que estamos hablando de una política deliberada para controlar y supervisar la fertilidad en esa comunidad».
Según la información obtenida por ACRI, en 2008 se inyectó Depo-Provera a cerca de 5.000 mujeres de las cuales el 57% eran etíopes.
«Los datos en el informe y varios reportajes en los medios apuntan una actitud paternalista, arrogante y racista que limita considerablemente la libertad de los inmigrantes etíopes para elegir el método anticonceptivo que sea médicamente adecuado para ellos», escribió ACRI. En la carta se advirtió que Depo-Provera «puede provocar efectos secundarios a nivel mental y físico».
«En la base provisional instalada en Etiopía, antes de emigrar a Israel, no nos dijeron que no debíamos tener varios hijos. Sin embargo, nos comentaron que si teníamos muchos sería más difícil nuestra adaptación», aseguró una mujer etiope que vive desde hace seis años en el centro del país y negó identificarse.
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