Un informe internacional de carácter científico presentado en Israel demuestra una sistemática «negación del otro» en los libros de textos israelíes y palestinos, aunque, curiosamente, minimiza el alcance de la «deshumanización» y «demonización» que hacen del enemigo.
«No hay cosas falsas en los libros de texto, todo es verdadero, pero el 95% de lo que aparece sobre el otro, que es muy poco, es negativo», afirmó el investigador estadounidense Bruce Wexler, de la Universidad de Yale, al presentar los resultados de tres años de trabajo en el proyecto.
Financiada por el Departamento de Estado de EE.UU, la investigación despertó preocupación en el ministerio de Educación israelí por comparar los dos sistemas educativos. Fuentes gubernamentales citadas por el diario «Haaretz» aseguraron que la metodología empleada fue «tendenciosa».
«El fenómeno más recurrente, y que es absolutamente normal en sociedades en conflicto por todo el mundo, es que las partes no sólo se disparan mutuamente, sino que luchan por construir una narrativa que ilumina, justifica y explica todo el conflicto con el fin de movilizar a su propia población», explicó Daniel Bar Tal, del Departamento de Desarrollo Infantil y Educación en la Universidad de Tel Aviv.
En ese sentido, una selección de 148 libros de estudio en la Autoridad Palestina (AP) y 492 en Israel, revelaron una adaptación sistemática de los textos a las necesidades políticas e históricas de cada pueblo, la «narrativa que quieren construir».
Según los investigadores, ambos caen en la negación del otro no por lo que publican sino por lo que omiten.
«Casi no hay información del otro, de su historia o de su religión, el 96% de los mapas palestinos omiten a Israel y el 87% de los israelíes omiten a la Autoridad Palestina», observó Wexler, que inició la investigación en 2009 a raíz de una invitación del Consejo de Instituciones Religiosas en Tierra Santa.
Entre las recomendaciones que los estudiosos hicieron está la de adaptar los libros a un «estado de conciencia por la paz», y que el problema sea parte integral de cualquier proceso negociador en el futuro.
Los Acuerdos de Oslo de 1993 establecían la creación de comités conjuntos, con participación estadounidense, para abordar el contenido de los libros de texto, pero ninguno de ellos llegó a reunirse, advirtieron los investigadores.
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