El Zoológico Bíblico de Jerusalén no sólo protege a especies amenazadas contra el peligro de extinción. Es, además, un punto de encuentro para dos pueblos cuya historia suele distanciarlos.
«El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo Monte, dijo Dios», según el profeta Isaías, al prometer la creación de «nuevos cielos y nueva tierra». Así lo recoge la Biblia (Isaías; 65-25).