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La consagración del robot (y del Barcelona)

Hablar de robots sin hablar de los desarrollos de inteligencia artificial, es como admirar el juego del Barcelona Futbol Club y no contemplar a Messi, Xavi e Iniesta. La comparación es pertinente, dado que si no dotamos a la máquina de un cerebro (en el caso de los robots, la inteligencia artificial), estaremos frente a una simple máquina proporcionada por la ingeniería mecánica.

 

Por cierto, el funcionamiento del Barcelona podría ser el mismo, pero no sería el equipo capaz de hacerle cinco o seis goles al Real Madrid, por citar a otro gigante del futbol.

En Israel, hablar de robots es ingresar al universo de la inteligencia artificial donde grupos de robots realizan trabajos en cadenas de montaje, patrullan fronteras, suministran la cantidad exacta de fertilizantes que un cultivo precisa, extraen la leche de las vacas o nadan en el saco amniótico para realizar cirugías fetales.

Los académicos de Israel están dominando la mente y el cuerpo de la robótica con dispositivos médicos, soluciones en la agricultura y, por cierto, en seguridad y defensa. La innovación comienza –como en todos los rubros- en las universidades y termina con comercialización de productos como SpineAssist, fabricado por Mazor Robotics.

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