En muchos de los capítulos del libro de Vaikrá nos vamos a sorprender con las mismas preguntas. ¿Es necesario volver una y otra vez sobre los korbanot, las ofrendas que ahora ya no tienen lugar en nuestra liturgia? ¿Es necesario el detalle cada uno de ellos?
Se nos hacen difíciles las imágenes de animales sobre el fuego, sangre, matanza ritual... Procedimiento tras procedimiento, la Torá va describiendo la ceremonia con una minuciosidad a veces irritante.
Así culmina el capítulo 7 del libro Vaikrá:
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"Éstas son las instrucciones para el holocausto, para la ofrenda vegetal, para el sacrificio por el pecado, para el sacrificio por la culpa, para la ofrenda de la consagración y para el sacrificio de paz." Vaikrá 7:37
A modo de resumen concluye este capítulo en el que han sido dadas todas las instrucciones para cada tipo de ofrenda, para el holocausto (Olá), la ofrenda vegetal (Minjá), la que corresponde por el pecado (Jatat), por la culpa (Asham), la de la consagración (Miluím) y para el sacrificio para la paz (Zebaj Hashlamim).
Uno podría mirar esta lista con la misma incomodidad que a veces transita el resto de los textos de este libro. Mirarla desaprensivamente, como un conjunto de especificidades respecto de lo que debe ofrendarse.
Un modo distinto de leerla es pensarla como camino. No como un acopio de datos sino como un trayecto. Son instrucciones para llegar a una meta, son pasos tendientes a alcanzar cierto horizonte.
En este caso, las ofrendas de animales o de vegetales, aquéllas que se dan por culpa o por cometer ciertos pecados tienen un objetivo último: la paz- shlamim- (Quizás la palabra shlamim, en plural aluda a muchos tipos de "paces", a las que cada uno arriba después de su propia entrega o decisión).
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