Aconteció en Maydanek, "el reino adormecido de la muerte" así definido por Halina Birenbaum[1], sobreviviente de la Shoá y escritora[2], que fue transportada a ese campo de concentración y exterminio a los 12 años de edad.
Es el mes de marzo de 2003, y yo estoy en Maydanek con un grupo de estudiantes israelíes acompañados por Moshé O. No es la primera vez que estamos juntos en una situación semejante, él como sobreviviente y testigo y yo como guía educativa e historiadora. A pesar de eso, cada viaje es una experiencia única.
Nos detuvimos frente a una aséptica vitrina, en ese museo erguido dentro de un campo de muerte. Allá, contemplando los uniformes de los prisioneros que hoy son parte de la exposición "La vida cotidiana en el campo", Moshé relata cómo él y otros prisioneros escondían migajas de pan en el orificio del ojal. Él explica y demuestra de forma detallada, pero de repente se inmoviliza, como si se hubiera congelado. Sus ojos, medio ocultos detrás de los gruesos cristales de los anteojos, se llenan de lágrimas. Como que parece haberse olvidado totalmente de nuestra presencia y murmura para sí mismo, "¿cómo fue que logré sobrevivir?...".
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