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Carta abierta a José Caro

Estimado José,

He leído con mucho detenimiento tu artículo "Un país de verdad", publicado por los amigos de Argentina.co.il, y me tomo el atrevimiento de contestarte, pues disiento con varios conceptos que tú expresas.

En principio creo que con tus aseveraciones estás intentando tapar las causas que han originado la catástrofe en el Carmel.

Sí, por supuesto que vivimos en un país de verdad, qué duda cabe de esto, el tema es en qué tipo de país vivimos y qué país queremos.

No sólo a los latinoamericanos le surgieron todo tipo de dudas, a muchos "sabras" también. Diría que a gran parte de nuestra población le surgieron dudas. ¿No será que estamos más cerca del Tercer Mundo que del primero y nuestra improvisación raya a la altura de lo imprevisible? O ya nos olvidamos de la segunda Guerra del Líbano.

Pareciera que todo tiene que ser aceptado con resignación y con la boca cerrada; seguir escuchando siempre las mismas respuestas: "ze ma iesh" (eso es lo que hay) o "hakol ihié beseder" (todo va a estar bien), o como si la culpa la tuviéramos los que no cumplimos con los preceptos del Shabat.

Los que nos plantean este tipo de respuestas asumen con o sin darse cuenta una falta de compromiso. No están ni aquí ni allá. Hay que decirlo con todas las letras: este y todos los últimos gobiernos son los culpables de que no estemos preparados para solucionar un problema de estas dimensiones.

Por desidia e incompetencia, porque están mas preocupados en quedar bien con los mercados financieros que ocuparse de los verdaderos problemas del pueblo.

Es así como han ido reduciendo sistemáticamente los presupuestos para la periferia, asistencia social, educación, salud y ni que hablar de Aliá y Klitá de las cuales nosotros estamos tan cerca.

La sorpresa no puede ser que muchos países nos han ayudado, sino que ésto no haya ocurrido antes o vuelva a ocurrir en un polo químico como Ramat Hovav en el Neguev. La sorpresa va a ser cuando a algún gobierno se le ocurra que en el Galil y el Neguev también hay seres humanos.

Vivimos en un mundo con países más solidarios de lo que muchos creen; hay veces que nos cuesta reconocerlo. Sólo lo podremos entender el día que seamos capaces de lograr y materializar la ansiada paz; con valentía, sí, pero también con la humildad de los grandes.

No comparto la relación de esta tragedia con Janucá, bajo ningún punto de vista, pues hoy en lugar de estar festejando, en mi ciudad, Beer Sheva, estamos enterrando a cuatro de nuestros muertos.

Ésto me llena de bronca, indignación y vergüenza. ¿De qué milagro puedo hablar, estimado José?

Lamento que en este tema no pensemos de la misma manera; muchas veces sí lo hicimos. Sabes de mi respeto hacia tu persona, pero sabes también que no soy de los que aceptan las cosas con resignación.

Un abrazo

León Ostrogue
Beer Sheva