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Alegría con sabor agridulce

Sr. Director

Tras más de cinco años de cautiverio a manos de Hamás y sin que nunca esta organización terrorista haya permitido la visita de la Cruz Roja Internacional para revisar su estado, Gilad Shalit fue liberado.

Las imágenes de su regreso llenaron los hogares israelíes, involucrados emocionalmente de una manera intensa con Gilad y su familia. El regocijo suscitado fue mayúsculo, aunque se trató de una alegría con sabor agridulce ya que el acuerdo levantó también inquietudes graves acerca del riesgo de dejar libres a más de mil terroristas que cometieron brutales atentados.

De cualquier manera, el alivio colectivo por la finalización del drama de la familia Shalit - que ya era un drama nacional - superó las objeciones al canje.

El tema de por qué justamente ahora se llegó a ese acuerdo, muestra el estado de la situación en el conflicto israelí-palestino. Hamás entró en una etapa de declive debido a la centralidad que adquirió la Autoridad Palestina de Abu Mazen al haber llevado a la ONU la petición de reconocimiento de un Estado independiente. Las revueltas en los países árabes fueron un factor decisivo para la pérdida del apoyo recibido por Hamás de parte de Siria, Irán y Hezbolá. En tales condiciones, la dirigencia en Gaza encontró en el canje un excelente mecanismo para recuperar puntos en la sociedad palestina y para reposicionarse en un escenario de la que estaba siendo cada vez más marginada. Más de mil presos palestinos liberados a cambio de Shalit le dan a Hamás un efecto de poder, eficiencia y astucia capaz de competir con la popularidad obtenida por Abu Mazen.

Bibi también obtuvo ganancias concretas e inmediatas. Al decidir traer a Gilad recobró, aunque sea momentáneamente, su carácter de líder capaz de tomar decisiones difíciles a pesar de las presiones.

Sin embargo, el canje no beneficia al proceso de paz entre los dos pueblos. Éste sólo podrá avanzar mediante acuerdos entre partes que se reconozcan mutuamente y estén dispuestas a negociar y hacer las concesiones necesarias para garantizar los derechos esenciales y la legitimidad de los proyectos nacionales de cada una de ellas.

Lo saludo atentamente.

Horacio Guilis
Bat Yam