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El problema es la ocupación

Sr. Director de Semana

El principal problema de Israel es que una cada vez mayor proporción de judíos de la diáspora sienten que están forzados en elegir entre sus valores y su involucramiento con el Estado judío.

Sus identidades están definidas por la idea universal de los derechos humanos y la igualdad de todos los seres vivientes más allá de la raza, religión y género.

Puesto que el gobierno de Israel viola a veces esos ideales, y pretende recibir apoyo incondicional de la diáspora a sus políticas, estos judíos tienen básicamente dos opciones: o mantienen sus valores o apoyan a Israel. La consecuencia es que muchos judíos de la más joven generación se desvinculan sencillamente de Israel y a veces hasta del judaísmo.

El gobierno de Netanyahu y gran cantidad de miembros derechistas de la Knéset arrojan arena a los ojos de los ciudadanos vendiéndoles una categórica mentira: que no hay vinculación entre las políticas de Israel y su aislamiento; que toda crítica al Estado es equivalente a deslegitimar su existencia. Aunque es verdad que hay antisemitas que odian a Israel y no importa el motivo, esa no es sencillamente la postura de varias corrientes dominantes en algunos países de Europa y en varias comunidades de EE.UU, ni es esa la de los numerosos judíos de tendencia liberal en América Latina que critican a Israel.

El principal pecado del gobierno de Netanyahu es que vincula las inquietudes de seguridad de Israel con la política de los asentamientos y la "judaización" de Jerusalén Oriental, un procedimiento que en el mundo se entiende como una limpieza étnica.

Lo que el mundo percibe, quiérase o no, es un país que se desvincula de los derechos humanos, busca expansión territorial y no ve ninguna relación lógica entre las preocupaciones de Israel y las actuales actitudes racistas del gobierno. Bibi tiene un interés especial en mantener esa confusión, porque muchos de sus miembros no quieren realmente la solución de dos estados.

La mezcla sistemática de las preocupaciones de la seguridad de Israel con las indefendibles políticas crea un infranqueable abismo de comunicación entre el Estado judío y el resto del mundo. Los ciudadanos de Israel sienten que no los comprenden, debido a que ellos no se han dado cuenta que Bibi, Liberman y Yaalón está deslegitimando las reales preocupaciones de los israelíes vinculándolos a la expansión.

De ahí que depende de los judíos liberales, en Israel y en el extranjero, en lograr crear claridad. La mayoría de los israelíes están preocupados respecto de la seguridad. Desde la segunda intifada y los bombardeos al sur desde Gaza formulan la simple pregunta, ¿puede alguien garantizar que nunca habrá actos de terrorismo desde un futuro Estado palestino que se instale a lo largo de las fronteras de 1967?

Las inquietudes por la seguridad son legítimas, pero no hay garantías absolutas de que nunca más habrá ataques terroristas luego de un acuerdo de status final.

Avanzar hacia la paz significa tomar un riesgo calculado: Dejar atrás la ocupación abre la posibilidad de seguridad y paz a largo plazo, pero también conlleva el riesgo de ataques terroristas. A pesar de lo horrible que esto pueda sonar, no compromete la existencia de Israel.

Pero continuar con la ocupación condena el futuro de Israel, porque lo conduce cada vez más a un profundo aislamiento. Perderá a sus amigos en el mundo libre, y vivirá un inacabable conflicto con el mundo árabe. Y esto, a largo plazo, sí pondrá en peligro la supervivencia del Estado.

Saludos cordiales.

Enrique Gurevich
México - DF