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Aprender las lecciones

Sr. Director

Recuerdo que en mayo de 2000, mientras Tzáhal se preparaba para afrontar dos escenarios opuestos: un acuerdo negociado con los palestinos o una confrontación violenta, la zona de seguridad al sur del Líbano se derrumbó en un proceso dirigido por Hezbolá.

El entonces Ejército del Sur del Líbano - aliado de Israel - se deshizo y Ehud Barak se apresuró a evacuar a sus soldados hacia la frontera. Cuatro meses más tarde, a raíz del fracaso de las conversaciones de Camp David, estalló la segunda Intifada.

A pesar de que lo ocurrido el Día de la Nakba en Majdal Shams, en el Golán, y en Maroun al-Rass, en el Líbano, no constituyen un suceso idéntico a los acontecimientos de 2000, hay lecciones similares que pueden extraerse de ambos incidentes. Israel no tiene el control sobre los acontecimientos, ni tampoco el dominio sobre el tiempo.

Para mí se trata de un asunto no resuelto que seguirá operando como fuente de problemas. El esfuerzo para enfrentar la cuestión palestina como si fuera independiente de la cuestión de las fronteras en el norte, resulta ilusorio. Por nuestro propio bien, el gobierno de Netanyahu debe hacer todo lo posible (muchísimo más de lo que hizo hasta ahora) para resolver este embrollo.

En este sentido, el pasado Día de la Nakba, se recordará como una fecha muy especial . Eran de esperarse protestas populares en Cisjordania y Jerusalén y algunos incidentes en la frontera de Gaza. En cierta medida, puede decirse que hubo un fracaso de los Servicios de Seguridad desde un punto de vista táctico. El Comando Norte de Tzáhal esperaba que las principales manifestaciones ocurrirían en la zona de Kunetra, en el Golán, y se vio completamente sorprendido cuando los manifestantes, con el apoyo del gobierno sirio, consiguieron infiltrarse en Majdal Shams.

Las reglas de combate de Tzáhal exigen disparar a las piernas de quienes intentan traspasar las vallas fronterizas. Sin embargo, en el Líbano los disparos dejaron un saldo varios muertos. Se puede asegurar que esos hechos seguirán provocando tensión en el norte mientras Assad y Nasrallah tengan interés en seguir fomentando el clima de tensión.

Los manifestantes palestinos, libaneses y sirios programaron conjuntamente sus mensajes de modo que lleguen a Netanyahu y Obama y que ambos los tengan en cuenta en Washington. Así fue.

O sea que quien pretenda renunciar a iniciativas de paz, cargará con la consciencia de haber propiciado una penosa realidad.

Atte.

Rivka Stern
Haifa