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Tensiones y desencuentros

Sr. Director

Hay quienes quieren ver una mejora en la relación entre Obama y Netanyahu. Pero la realidad confirmó la profunda brecha que se abrió entre ambos.

La división se tornó más profunda después que Obama apostó por volver a las fronteras del 67, con intercambios de territorios de común acuerdo, como punto de partida para reanudar las negociaciones. El abismo entre los dos mandatarios se vio claramente ante las cámaras.

Después de la reunión entre estos dos hombres que ya acumulan un largo historial de tensiones y desencuentros, Obama trató de destacar más los puntos de conexión. Pero ese tono desapareció cuando le tocó el turno a Netanyahu, que tardó poco en decirle que un proceso paz en Medio Oriente basado sólo en ilusiones siempre termina estrellándose.

Netanyahu enfatizó que las fronteras del 67 son indefendibles, aseguró que no toman en cuenta los cambios demográficos de los últimos 44 años y destacó el problema de los refugiados palestinos que exigen volver a Israel.

Nadie ya hace muchos esfuerzos por desmentir la falta de confianza que reina ente ambos.

Pero Obama no sólo descontentó a Israel. A los palestinos, que intentan lograr que la ONU les reconozca un Estado, les recordó indirectamente que esa movida no tiene ningún valor más allá de lo simbólico, ya que la Asamblea no puede hacer un voto efectivo si antes el asunto no pasa por el Consejo de Seguridad, donde EE.UU tiene poder de veto. Y él se manifesto en contra de acciones unilaterales. Además, les dijo que deberán dar una respuesta creíble a Israel sobre cómo negociar con un gobierno que incluya a Hamás.

Sea como fuere, tener un presidente de EE.UU ofendido y desconfiado, nunca fue una ventaja para cualquier primer ministro de Israel. Y menos ahora, cuando toda la región está hirviendo y nadie sabe hacia dónde puede conducir lo que está sucediendo.

Atentamente

José Sevilla
México - D.F.