Las rebeliones llegaron a los países árabes y parece que todo el mundo sabe lo que pasa. Unos dicen que la falta de libertad y las desigualdades en el norte de África desencadenaron la ira. Otros piensan que los tiranos árabes tenían y tienen los días contados debido a la opresión y a la corrupción. Otros creen que gracias a las redes sociales y a los celulares se generó una red no controlada por las viejas policías políticas. Y así sucesivamente.
Estas no son explicaciones plenamente satisfactorias.
Los humanos soportan a menudo con infinita paciencia regímenes políticos extremos y manifiestamente injustos. La pregunta que hay que hacerse no es ¿por qué estalló la rebelión?, sino más bien al revés: ¿cómo es posible que la gente aguante tanto tiempo sin rebelarse?
Hasta hoy no se está produciendo una revolución en esa zona; por ahora eso no pasa de una revuelta desesperada, sobre todo por parte de una masiva población joven sin trabajo, fruto principalmente de la explosión demográfica que, de seguir así, conseguirá que demasiadas cosas terminen desagradablemente.
Las revueltas estallan cuando una corriente de esperanzas y expectativas crecientes de prosperidad y mejores oportunidades se estrella contra una realidad que las niega. Esa frustración es lo más peligroso para los tiranos de turno.
El espléndido ejemplo de ansias de libertad, democracia y emancipación popular que estamos podría acabar en solo rebelión y no en revolución. En la revuelta aún no se ve programa, ni ideología, ni una concepción de pluralismo político que es la base de la democracia.
En algunos lugares acechan cuervos como la Hermandad Musulmana, mientras que en otros la llegada de un viejo exiliado sólo pone una figura paterna para aplacar brevemente las angustias.
Las fuerzas exteriores apoyan a quienes les conviene. Pero lo que esas fuerzas no controlan es la dinámica terrible de tendencias como incapacidad política y económica de satisfacer anhelos de libertad y trabajo, estupidez represiva y ansia de permanencia en el poder.
El tiempo dirá hacia donde va todos este proceso. Si la democracia es buena para la economía, es decir, para dar trabajo, el desarrollo no es cosa de dos días. La desesperación no se absorbe de la noche a la mañana.
Atte.
Gerardo Newman
Bs. As.