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Punto muerto

Sr. Director

Es difícil encontrar un rayo de esperanza en el conflicto israelí-palestino. La mayoría de los israelíes creemos que durante nuestra generación no se llegará a ninguna solución.

En cuanto a los palestinos, la parálisis política y la ocupación actual los llevan a la radicalización: si no pueden tener «algo», entonces lo quieren todo.

Y muchos creen que, sean cuales sean sus actuales debilidades, el tiempo está del lado de ellos.

Hasta los palestinos más moderados rechazan hoy los ofrecimientos de ayuda de los israelíes de izquierda en términos de apoyo humano contra acciones de la policía o de los habitantes de los asentamientos en Cisjordania.

El diálogo político entre los moderados de ambas partes se encuentra prácticamente en punto muerto y los contactos personales son mínimos.

En las calles de Jerusalén, israelíes y palestinos dan la impresión de intentar deliberadamente no ver uno la presencia del otro.

Más aún, a medida que Israel se desarrolla cada vez más, los ciudadanos judíos pasan por alto a sus homólogos árabes, igual como los ricos de otras partes del mundo tienden a no ver a los pobres que hay alrededor de ellos.

Sin embargo, a diferencia de los pobres de muchos países desarrollados y emergentes que pueden esperar subir en la escala social, los árabes israelíes son considerados ciudadanos de segunda, a pesar de que sus niveles de vida sigan siendo más altos que los de la mayoría de los árabes de la región.

Un recorrido por los barrios árabes de Jerusalén - rodeados o divididos por el muro de seguridad - es un recordatorio de las dura y aleccionadora realidad de nuestra región.

Creo que lo peor es que nos resignamos a ella.

Saludos.

Jaime Rosner
Jerusalén