Sr. Director,
Las noticias acerca de la votación realizada por la población británica que habita en las islas Malvinas tomaron pública relevancia en estos días.
Se trata, una vez más, de una clara señal de la mala fe británica para negociar con justicia la controversia internacional existente.
Si bien puede polemizarse sobre el tema en algunos aspectos menores, lo sustancial está demasiado claro para el derecho internacional.
Las islas pertenecían al Virreinato del Río de la Plata y luego Argentina ejerció plena soberanía.
El año clave fue 1833, cuando por la fuerza los ingleses usurparon las islas.
Es necesario insistir sobre ello: las islas fueron usurpadas y la actual población es británica.
No cuadra aquí el principio de la «libre determinación de los pueblos», pues no hay un pueblo que esté luchando contra la dominación colonial sobre su territorio.
En la cuestión Malvinas, debe primar otro de los principios que rigen para el proceso de descolonización anunciado en el marco de la ONU: el principio de integridad territorial de los Estados. En virtud de ello, el reciente plebiscito no tiene ningún valor.
Hay que recordar que no es ésta la primera vez que el Reino Unido intenta engañar con un referéndum, ya lo hizo en Gibraltar.
En 1967, y contrariamente a lo solicitado en las resoluciones de la Asamblea General, realizaron allí un referéndum. El previsible resultado fue abrumador a favor de la opción probritánica.
La ONU condenó el referéndum declarándolo contrario a sus resoluciones sobre la descolonización de Gibraltar.
La visión de la ONU es terminante: las negociaciones deben efectuarse entre los Estados partes en la controversia, debiendo tratarse las cuestiones de soberanía a la luz de las resoluciones de la ONU.
Es bueno recordar estos antecedentes tan cercanos para poder conocer mejor nuestros derechos. También recordar a los argentinos que dieron su vida por la recuperación de ese territorio usurpado.
Un cordial saludo.
José Epelboim
Rosario - Argentina