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Habemus papo

Hace unos días junto con tres amigas ascendimos a Córdoba, a la casa de una cuarta que nos alojó en su casa tipo villa italiana y comida ídem. Más que una reunión, eso era un cónclave.

Busqué en el diccionario esta última palabra. A la acepción conocida - elegir Papa - también se le suma la de "reunión de personas para tratar un tema". En verdad, nos excedimos en la cantidad de ítems a tratar. Como la última película de Nanni Moretti - Habemus Papam - lo nuestro podría llamarse Habemus papo.

Sin maridos, novios o lo que cada una tuviera en consideración - hijos, mascotas y/o plomero - a todas nos aunaba un celular, tanto propio como ajeno. "Suena, sonó o está por sonar" fue la alocución que más sonó durante esos días.

Me tocó una enorme habitación con dos camas dobles que compartí con una de mis amigas. Una para cada una, por si no se entiende. Esta amiga goza de mejor dormir que de orden. En una oportunidad, cuando me desperté para ir al baño, esquivé todo lo que yacía alrededor de su valija, menos un soutien. Ante el temor de despertarla, lo arrastré como si fuera una chancleta. Hice lo que debía y cuando estaba por cantar "tarea cumplida", me resbalé con dicha ropa interior enganchado a mi pie izquierdo. Mi amiga ni se enteró, siguió durmiendo. Tuve suerte. El soutien entreverado en mi pie sólo despertó un viejo dolor en el sacro que ya había olvidado y que aún dura. Me comporté como una santa.

Al día siguiente le escuché decir. - "¡Qué bueno, justo encontré en el piso el corpiño que quería ponerme!

Durante las mañanas la condición gregaria se dispersaba entre las adoradoras del sol, de las caminatas y/ o las de las compras de cualquier cosa, pero compra al fin y al comienzo.

Pero lo que de verdad nos hermanaba era la comida nocturna. Yo era la que ponía la mesa y recogía los platos. Algo había que hacer, además de hablar. Intentaron, juro que intentaron enseñarme secretos de la cocina básica para la mujer moderna. Sólo que a mí esos secretos no me interesan. Me gustan más los secretos íntimos del corazón o del corazón de la política, de la ciencia dura y hasta parte de la cultura tecnológica. Y reír.

No iré a decir que lo nuestro se asemejaba a los famosos Coloquios que se realizan en Francia, esa usina de gestación de futuros intelectuales, de la intelligentzia global que nos ha llevado al lugar donde nos encontramos. Voy a decir la verdad, a lo mejor llegamos a mejor puerto USB.

Sin previo aviso, sin proponérnoslo, como es de rigor en los cónclaves, hablábamos de ausentes que no pudieran defenderse. De otro modo ¿cuál es la gracia? Y hasta llegamos a hablar bien de ciertas personas. De ese amplio abanico, donde algunos ya no están entre nosotros, me resultó particularmente interesante advertir cuánto teníamos que ver una con la otra sin estar anoticiadas de esto. Y de cine. Necesitábamos al menos tres personas para nombrar el título correcto de un film. Tenemos aún el honor y la dignidad de no acudir a google, por ahora. Ya llegará. Me aseguró una amiga que George Clooney dormía con un chanchito. Mirándola a los ojos y tomándola de la muñeca le dije: - Repetí eso. Lo repitió. - ¿Chanchito o chanchita? - Chanchita.

- ¡Ah! Tengo chances, entonces, si me quedo otra semana acá.

En el top del ranking de nuestras conversaciones, además de las serias, emergió un nuevo tópico de gran influencia en el comportamiento femenino y al que yo nunca le había atribuido responsabilidad e importancia: las hormonas. Ya sea por su exceso o su falta, más vale por ésta, parece que son ellas las culpables de que claves una daga, metafórica, en el pecho de quien te destrata. En mi época se justificaban comportamientos desde el psicoanálisis: él tuvo una infancia desgraciada, por eso te la quiere hacer pasar ídem a vos, pero en el fondo te ama. Tenés que perforar como se hace con el petróleo pero. Berretadas de esta naturaleza... muerta. El sujeto sobre el que recaía la acción era el otro. Ahora, siguiendo esta nueva lógica, es la falta de hormonas, la que te hacen ver todo gris, feo hasta la infancia desgraciada de él. El sujeto sobre el que recae la acción eres tú hermana carenciada de hormonas. ¡Hermana pobre de hormonas, mira a tus hermanas hormonodependientes y pruébalas, pero antes consulta a tu médico! parece ser el nuevo slogan. Debería existir un capítulo en la serie "In treatment" ("En tratamiento") relativo a este tema. Serie que también miramos entre otras películas valiosas. En este envío los que tienen problemas son los guionistas: les falta una horda de hormonas... Es un bajón y ya bastante tenemos con la falta de ellas, si es que lo creemos.

Habemus papo, va a seguir en un próximo capítulo lleno de hermosas hormonas humorísticas.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 17.10.11

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