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Perdón porque estoy vivo



Tengo una familia y amigos que me quieren y me extrañan, y no desean renunciar a mí, y la verdad, es que a mí también me resulta difícil renunciar a ellos. Perdónenme que resistí y aún estoy con vida.

Ya después del mediodía, Abdul, a quien yo llamo Abed, me dijo que algo estaba pasando y que no sabía exactamente de que se trataba. Sus amigos no le contaban y se sentía un poco ofendido por eso. "Si no me tienen confianza", protestó, "entonces ¿porqué me designaron justamente a mí para cuidarte a ti que eres la joya más valiosa que tenemomos en nuestro poder, y por eso estoy estancado en este asqueroso lugar?"

"Prométeme que nos escribiremos y quizás algún día nos encontraremos; quien sabe".

La verdad es que no le creí; pensé que Abed hablaba estupideces. Después de cinco años y medio me resulta difícil creer en algo o alguien. Abed no es el único guardían que tengo; hay otros tantos fijos que se van cambiando.

Una vez por semana me visita uno que me parece importante; me pregunta en hebreo como me encuentro; si está todo bien; si tengo suficiente comida. Hasta que él no aparezca, nada bueno puede pasar.

Pero también los guardias comunes tienen una función importante en mi vida. Es imposible estar infinidad de horas sin hablar. Conversan un poco, y de sus palabras puedo entender muchas cosas. En una ocasión aprendí que no hay como mis padres - los mejores del mundo - que están sentados en una carpa y no le permiten al primer ministro conciliar el sueño; desde ese momento me resulta difícil dormir.

En otra oportunidad entendí que Yoel tiene una nueva novia; que les hace la vida imposible en Jerusalén; incluso el Día de la Independencia le arruinó la fiesta a muchas personalidades importantes. La verdad es que yo también aprendí a quererla, y que Yoel me perdone. Me gustaría saber si también Hadás tiene novio.

Y además entendí que la selección de fútbol no anda muy bien; ya no tiene chance de llegar a la final de Europa, y Marwán - mi segundo guardia - me dijo que incluso la selección palestina nos gana.

Marwán es una persona especial; a veces malo y otras divertido. Entendí que quiere estudiar en EE.UU pero Hamás no quiere escuchar sobre nada que sea norteamericano. Algún día irás al Tejnión, me dijo, y ellos seguramente te considerarán un año o dos de los estudios, porque aquí aprendiste mucho, en la Universidad de Gaza, y a Israel le enseñamos bastante.

Ahora escucho pasos afuera; alguien se acerca; gira la llave. Sí, es el "Chief", como él mismo se nombra. Me parece que sonríe. Por primera vez veo una sonrisa en su rostro. Entonces, algo está sucediendo. Él me pregunta, como acostumbra a hacerlo, "¿Cómo estás?" y como siempre le respondo "Bien". "Les traeré una televisión y podrán ver por ustedes mismos lo que está pasando; cómo la gente de ustedes y la nuestra están contentos", dijo y se fué.

Quizás sea mejor que en Israel no sepan donde estoy y no intenten rescatarme a la fuerza. Por un lado no deseo ser Ron Arad, pero por otro tampoco quiero ser Najshón Vaksman; los dos están enterrados muy profundo en la tierra, y yo aún estoy vivo, yo vivo.

Trajeron una televisión y ví Canal 1. Apareció alguien, creo que es un vice-comandante de reserva; si no me equivoco se llama Geva Rapp. Y este trastornado habló en mi nombre, porque si hubieran preguntado mi opinión, me opondría a esta negociación por peligrosa, me hubiese sacrificado en el altar de la nación, como se acostumbra a decir.

Este es el hombre a quien me gustaría encontrar cuando regrese; entre los primeros. Quisiera decirle que la próxima vez hable en su nombre; quizás le resulte más fácil enfrentarse con soldados muertos, y que me perdone que resistí y aún estoy con vida.

Y tengo una familia y amigos que me quieren y me extrañan, y no desean renunciar a mí, y la verdad, es que a mí también me resulta difícil renunciar a ellos.

Fuente: Haaretz - 18.10.11
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il