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Mujer moderna, contemporánea

Cada tanto me estimula y sienta bien bajar a la arena del psicoanálisis. No lo puedo evitar. Tanto más cuando se trata de dilucidar alguna relación posible entre hombres y mujeres. Además de la ya tradicional y circular, encuentro-desencuentro y así.

Mi posición no va por el lado de construir castillos en una playa junto al mar. Los castillos se deshacen ni bien una ola los acaricia, mirá lo que te digo ¡acaricia!

Tampoco se desliza por el lado de las chicas - más que chicas Superchicas - de "Sex and the City" que más parecen burlarse de las que no pintamos ni ahí en el celuloide.

Y menos por el costado de "La Guerra de los Roses", donde la lucha por la posesión de bienes -la casa- se convierte en un desguace tal que los deja mal parados, mejor dicho acostados y sin vida en el piso a ella y él. Nadie muere de pie, salvo los árboles.

Lo mío, hoy, va por una frase que escucho con frecuencia: "Ya no hay hombres".

Es verdad que a una edad avanzada faltan hombres: en general mueren más temprano que sus viudas.

Si nos centramos en una edad "prudente" como para aun estar en carrera - cada quien lo ponderará de acuerdo a su criterio - la frase completa sería: "Ya no hay hombres a la medida de mujeres modernas, contemporáneas".

Desde que a la mujer se le hizo carne esto de la sexualidad liberada de la procreación y de las exigencias del Amor con mayúsculas, las cosas cambiaron para todos. Para ellos también.

Una vez que las féminas conquistaron el derecho al sexo sin necesidad de amasar tortellinis o ñoquis, tener el costurero adosado a la axila, barrer y planchar, como contraprestación, el escenario fue radicalmente otro.

La posibilidad de amar por un lado y desear y gozar por otro trajo consecuencias. Y nuevos síntomas tanto para la dama como para el caballero. No pienso que hayamos descubierto la fórmula de "la felicidad", como en la más que interesante película "Sin límites".

Malestar existirá siempre, por más que las "Mujeres desesperadas" de Wisteria Lane se tiren al jardinero musculoso sin culpa. A lo hecho, pecho. Y vaya si los tienen: jardineros y pechos. Lo de "hermosos" también lo dejo a tu criterio...

Aclaro que tanto hombres y mujeres no lo son sólo por las generales de la ley de lo biológico. Para no decirlo en "lacanez" antiguo ya que es difícil traducir las fórmulas de la sexuación del Dr. Lacan, diré que ser uno u otro más tiene que ver con un determinado discurso, una posición en la vida. Hay hombres femeninos, sin ser homosexuales. Hay mujeres biológicamente dotadas de una buena delantera, que ojalá River hubiera logrado para no ir al descenso, que ocupan un lugar masculino. Siempre hubo de todo, sólo que ahora se muestra, se da a ver. Y eso que no me refiero a la tecnociencia que hizo que un tal Carlos, ahora se llame Margarita.

¿Qué es una mujer moderna? Es una mujer que cuenta con "un cuarto y un dinero propio" como decía V. Woolf. Ha logrado un cierto liderazgo o reconocimiento en su actividad profesional, si es que la tiene. Pero fundamentalmente, se ha apropiado de un lugar vicario en la sociedad: propone, define, corta el bacalao. Esto, en general, amilana al varón que la prefería con el costurero incorporado a la axila y el Sí, siempre presto en la punta de la lengua.

Hay lugares a los que no se puede volver. Y no es que Ella se vanaglorie o exhiba con orgullo y al por mayor su carácter de propietaria de la palabra. Sale, con fritas. ¿Qué le vas a hacer? Algunas también padecen de este avance de sus compañeras de ruta, no todas.

Si hombres y mujeres son la diferencia "princeps", la madre de todas las diferencias, del lado mujer se procede respecto de la sexualidad de una particular manera, que no es la igual e inversa a la del varón. El "sexo gerenciado", por ejemplo, nunca fue un problema para ellos. Se deja un dinero previamente pactado sobre la mesa de luz. Y todos contentos.

Para las mujeres, en cambio, es preciso aún con este mismo management, necesariamente más velado que en el caso anterior, inventarse una pequeña coartada amorosa. Y esa pequeña coartada, ese argumentito es la Gran Diferencia. Aunque solo se trate de ese corto plazo.

Personalmente por ideología, nivel cultural y por ser cuasi una "fashion victim", abogo por este modelo "superador" como se dice ahora, de la mujer moderna. Aunque lo que mejor me sienta es la ropa tipo Prada. Que es clásica - como la mujer con costurero adosado -, con un toque elegante y descontracturado de la mujer contemporánea, que permite la libertad de movimiento. ¡Ojalá le hubiera hecho caso a mi mamá, que usaba la ropa ajustada! El problema es que ya no me sale.

¡Tanta libertad asfixia!

Por ahora gana la asfixia por libertad, aunque no descarto que las mujeres inventemos otro modelo que deje respirar primero a la dama y luego al caballero. En eso soy muy tradicional: primero las damas.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 2.10.11

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