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Carta abierta a la modernización

Desayuno con Internet, café y poca leche. Hace unos días, para ser exactos el 8 de junio último, me desayuné con que además, estaba usando IPV6, que no es el Instituto Profesional Virgilio Gómez Nº 6, sino el nuevo protocolo de Internet, y que me hallaba en el Día Mundial de la Nueva Internet.

¡Guau! Entré en estado de shock. ¿Qué tengo que hacer? le pregunté por mail a un amigo. ¿Correr al banco y retirar el dinero? ¿Quedarme quieta hasta sentir el atravesamiento de la nueva ola y emerger como la Venus de Boticcelli con cara de... me pegó mal? ¿Amigarme con mis enemigos más odiados? ¿Comprar diez botellas de agua mineral? Mientras esperaba la respuesta leí el artículo en la misma Red que me tiene atrapada: "No deseamos crear pánico, pero los recursos de direcciones de IP versión 4 están en camino de terminarse". - Lo han logrado muchachos, lo han logrado - digo, me digo, les digo. Según mi docta ignorancia al respecto, intuyo que pasamos a algo mejor o por lo menos a algo mayor, ya que 6 es más que 4.

¡Aflojen ex niños prodigio de Silicon Valley! Aflojen, que si bien una no nació en plena era digital, tiene los periféricos bien parados y le pone garra a esto de entender los instructivos, cuando ya esta última palabra, le suena tan mal como Comité de Acciones Antinorteamericanas. ¡Tengan piedad! Ya ni podemos comprar bombitas con filamentos, de esas que cuando reventaban te creías la Reina de la Mala Onda Luminosa. Entre nosotros, siempre compré las más baratas.

Sé que es una batalla perdida, como la que libramos contra el envejecimiento. Eso no significa que deje de ponerme cremas y festeje la aparición de una nueva arruga. Con esto digo que mi voto es positivo. Esta carta tiene la intención de afiliarme al partido de la modernización. Sí, pero en forma paulatina, moderada, dando lugar a una sana digestión.

Todavía recuerdo la tarde en que mi ex novio me habló con extraña vehemencia de la revolución que habría de causar la fibra óptica. - "La misma que causó la imprenta de Gutemberg, pero más. ¿Entendés?" - No, le contesté. Inmediatamente dejó de ser mi novio. Jamás le había escuchado tanta vehemencia. Deduje que quería más a la fibra que a mí.

Hace unos años - luz - escribí un artículo humorístico donde señalaba que la computadora me serviría para saber cuántos huevos me faltaban en la heladera para llegar a la docena. Fue muy festejado. Hoy, cuando lo leo, lloro de nostalgia.

Con mi profesor de computación, que tiene cuatro años y medio, - cada día son más jóvenes - llegamos a un arreglo. Yo me sirvo un whisky, a él le preparo un Nesquik, me da la clase y se lo devuelvo a la madre antes de que oscurezca para que pueda hacer la tarea, previo pago nada barato de la hora-compu. Se quiere comprar la nueva consola Wii 4D o la Play Station Vita. Con lo que le pago se puede comprar las dos.

¡Aflojen hijos de... los ex muchachos de Silicon Valley, aflojen con las nuevas plataformas y periféricos!

Ya compré un nuevo televisor LED y tuve que agregar a mi abono, el HD - High Definition - un poco porque quería, pero ¡básicamente porque Tinelli no lo deja de repetir cada cinco minutos! Creí que el nuevo televisor "Smart" no reproduciría hasta el hartazgo la apelación de Marcelo Hugo. Me equivoqué. Digamos que me las voy arreglando con todos los controles remotos que habitan mi cuarto. Los numeré y en una hoja anoté sus funciones y misiones en el ámbito de la nueva empresa High Tech. Tengo algún que otro problemita con el conversor HD. Cada vez que doy por terminada una sesión televisiva - algo aprendí - no lo apago porque se desprograma. Gasto mucho en electricidad. El inconveniente es que no logro conciliar el sueño. Mi cuarto parece una "boite" como me contaron que eran las de los ´70, con luces de colores: verde, azul, colorada y blanca, según correspondan respectivamente al conversor, televisor, computadora y aire acondicionado. Ya no existe "el miedo a la oscuridad" porque ésta no existe.

Pertenezco a una familia "alta gama", en el amplio sentido de la palabra. Porque son queribles todos sin excepción y ¡porque compran lo último que salió en el mercado tecno! Sigo siendo la oveja negra. Cuando afirmo no saber qué es el Bluetooth no me creen. -Nah, nah. Vamos Liz, siempre tan graciosa. Vos y tu humor. ¿Cómo se puede vivir sin Bluetooth?

Si quieren saber cómo se vive sin Bluetooth, linkéenme, googléenme, mailéenme, hasta ahí llegué - e invariablemente me pongo a leer "Cien años de soledad", libro que siempre llevo conmigo. Ellos ya saben interpretar esto. Significa que se me cayó el sistema.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 19.6.11

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