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Nuevo y viejo marketing

Cada tanto asisto, además de mis obligadas rutinas que disfruto, a eventos que me interesan. Tanto más cuando me arrastra alguna amiga con la cual quedo en encontrarme en la calle y a pesar de las tormentas como las que se abatieron sobre Buenos Aires durante las últimas semanas. Tormentas que amenazaban terminar con el conflicto del subterráneo ya que en primera instancia parecían destinadas a acabar con la ciudad toda.

En la oportunidad, tras reconocer la necesidad de profundizar mis conocimientos acerca del mundo digital y de él aquello que hace a la gestión de redes sociales, llegué prácticamente barrenando al lugar. Gracias a esta modalidad lo hice antes que mi amiga, quien llegó nadando, en claro acto de emulación - mala - de Phelps.

Ya en el seminario me entero, aunque de algún modo lo sabía, que los nativos digitales jamás saldrían con analfabetos ídem. Del mismo modo que Xuxa jamás saldría con un hombre que fumara. Es una afirmación de la brasileña que nunca olvidaré. Es claro que para un nativo digital sería como interactuar con sus padres. ¿A qué hijo le gusta? Sólo les divierte un rato.

Cables del siglo pasado   

Los nacidos digitales, además de estar conectados todo el tiempo, son wireless. Dicen ¡no! a ese modo de contacto vía enchufes y cables propia del siglo pasado y del anterior también. Son, además, multitarea-multitasking. Pueden hacer varias cosas a la vez relativas a ese entorno: hablar por teléfono, mirar Youtube, husmear en Face. Todo lo contrario al mito urbano acerca del ex presidente norteamericano Jimmy Carter que dice que no podía mascar chicle y cruzar la calle al mismo tiempo.

Una recomendación: a los nativos digitales no les pidas que se bañen. Los sacás de su entorno. Les importa ser famosos. Respetan a Steve Jobs, pero si les regalás el voluminoso libro que lleva su foto es casi seguro que no lo leerán hasta el final. Y no porque sepan el final - Steve Jobs muere - sino porque el formato libro de papel no les resulta amigable. Y eso que son re-friendly. Son re-re-amigos de los de su tribu, en especial si éste vive en el Alto Volta y nunca conocerán. No se mueven con el paradigma territorial, que es justamente por el que yo más me manejo. Precisamente porque no manejo.

Cuando llegamos al concepto de marketing viral, cierro los ojos y rezo para que nadie estornude cerca de mí y preferiría que no me hablen. Y si lo hacen que sea a distancia prudente, tirando a lejos. Por eso rezo. En ese sitio donde me encuentro resulta imposible. Otra vez más me equivoco. Este concepto no tiene relación con enfermedades sino que se trata de un contenido que se publica en Internet y se propaga y extiende en forma espontánea como un virus. Un virus bueno, no como el Troyano que es malísimo.

Continúan las insalvables diferencias entre el nativo y el inmigrante digital. Pero donde el seminario se torna un verdadero campo de batalla es en lo relativo a teléfonos inteligentes. Y eso que he visto enconos y enemistades varias. Pero sin duda la guerra entre lo seguidores de Blackberry y los que defienden el iPhone va a sentar un precedente como lo fue la guerra ruso-japonesa para un ruso o un japonés. O sea, para mí que soy argentina, no ha dejado marca. Como persona interesada en la historia de la humanidad sé que existió. Así como sé que existen ambos Smart-phones. Tengo un Android con el que me une una incipiente y relativa nueva amistad. No le pido demasiado; sólo que conecte cuando lo necesito. A cambio, mantengo cargada su batería hasta el tope.

Cuando el dictante, un rasta de aquellos con arito, enfundado en una boina tipo casco, pantalones bien caídos y hasta raídos capo en lo suyo, que no es lo mío, comienza a hablar de Community Management lo sigo. Doy un paso más y hasta lo sigo cuando habla de Facebook y Twitter markenting. Pero resulta que el «maestro» se extralimita y además de ser todo 2.0 - Cápsula de Negocios 2.0; Social Gaming 2.0 y Tendencias 2020 o sea también 2.0 - me pongo a pensar en otra cosa, que no es 2.0.

Un aviso que hizo historia  

Pertenezco a esa clase de personas que recuerdan hechos estúpidos en momentos interesantes o que pueden llegar a serlo. En la ocasión necesito traducir a mi manera conceptos elementales transmitidos en formato 2.0. Es entonces que recuerdo a la actriz Bette Davis que en los '60 puso un aviso anónimo en un diario buscando trabajo. El texto decía algo así como «Actriz ganadora de dos Oscar busca trabajo, favor de comunicarse» y dejaba sus señas.

Esto es lo que entiendo a mi manera por TT - trending topic - tópico más visitado medido en días o meses. La mitología que se tejió alrededor de este anuncio - ahora se dice ad - lo tornó famoso, es lo más TT que se haya visto en formato papel. Justamente porque aún hoy y a pesar del tiempo transcurrido lo recuerdo. Ella fue una verdadera innovadora, buscadora de nuevas tendencias; una mujer desesperada por trabajar en lo suyo. Y una mujer seriamente desesperada, en un buen sentido, consigue resultados.

La pregunta que se impone, luego de tanta conversación digito-tecno-market es ¿cuál es el resultado de un TT, por ejemplo? El marketing es una herramienta resultadista, trabaja a resultados.

A la actriz le fue bien. Poco tiempo después Robert Aldrich la contrató para hacer la película ¿Qué fue de Baby Jane? con su eterna rival Joan Crawford. La Davis fue nominada a un Oscar. Ojalá nos vaya como a ella a los que asistimos a la charla.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 19.8.12

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