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Confieso que he facebookeado

Según un informe de la consultora comScore Media Matrix, los argentinos son los que más usan Facebook en Sudamérica. Lo utilizan más de 16 millones de usuarios en el país y le dedican unas diez horas al mes.

Virginia Woolf decía que para escribir "las mujeres necesitan un cuarto propio y dinero". No imaginó ni previó el uso de la web. Me permito ampliar el concepto y decir que además de lo expresado por la escritora, con lo que concuerdo visceralmente, la mujer necesita un cuarto propio conectado a Internet y a la plataforma Facebook.

Escribir es una tarea puntillosa y solitaria. No existe otra posibilidad. Una bocanada de Facebook es el recreo que nos permite seguir escribiendo.Es el cuarto propio de una mujer del que hablaba Virginia. Es la plataforma que nos permite fantasear, hacer bromas, deslizarse entre los serio, lo menos serio y lo bizarro, tanto propio como de ajenos, desaparecer sin excusarnos y volver a aparecer como agua va. Personalmente, cuando escribo y no puedo atrapar la idea y desarrollarla como me gusta, me doy una vueltita por Facebook. Y no sólo me calma sino que luego consigo decir lo que me proponía.

Muchas veces con el escritor Fogwill hablábamos acerca de cómo la ficción que uno escribe se anticipa a la realidad. A él le sucedió con Los Pichiciegos. Así como Philip Roth creó a Nathan Zuckerman como su alter ego en sus primeras novelas, yo tengo el mío. Se llama Clara. En los últimos capítulos de un libro aún no publicado, Clara no se movía en las aguas de Facebook, todavía no existía, pero mantenía una profusa relación vía e-mail con un muchacho.

Mark Zuckerberg, su creador, andaba correteando por el jardín de infantes, pero seguro que ya intuía que el Rasti con el que jugaba podía convertirse en otra cosa. De "cara" -face- al futuro se convirtió en otra cosa.

Creo que el juramento "hasta que la muerte nos separe" que no desestimo, debería ser ampliado por "hasta que la muerte tuya y Facebook nos separe".

Más allá de los usos "buenos" que esta red tiene - encontrar personas perdidas, promocionar productos, abrazar causas que efectivamente llegan a tener peso a la hora de tomar decisiones, (casi como un sistema representativo virtual con poder de torcer ciertas arbitrariedades que nuestros elegidos promueven) y conformar una red donde "la gente" cuenta -, posee también un costado filoso.

Un lado oscuro, no necesariamente malo. Reencontrarte con tu compañero de 5º año es simpático, con un primo tercero de tu compañera del pre-pre-pre- jardín puede ser inquietante. Pero remover tsunamis que habías dado por muerto, porque para vos estaban muertos - eran sedimentos calcáreos que sólo producen polvo - ahí, la cosa se torna difícil.

Si estás en una "relación complicada" no dudes: existen grandes chances de que se te complique aun más.

Conozco ciertas relaciones facebookeras exitosas, pero también algunas que perjudicaron a más de uno "anticipadamente". Quiero decir, la relación se iba a malograr de todos modos. Facebook actúa como un "acelerador" de escenarios por venir.

En algunos casos trabajar con la lógica "los amigos de mis amigos son más amigos que mis amigos, que ya conozco porque son mis amigos" representa una tentación a la que es difícil de sustraerse.

A propósito de un viaje, hice escala en Río. Ni bien me senté en un salón mi compañero me dijo: - Dale, sacá la compu. Hace como tres horas que estoy off line. Luego de un leve forcejeo por la posesión de tan preciado bien en un aeropuerto, ganó él. Entró a FCB con su clave, revisó mails y trabajó un rato. Cuando por fin me la devolvió, quise hacer lo propio. Como por arte de represión inconciente olvidé la clave. Introduje las que suelo usar. Ninguna funcionó. Cuando ya me disponía a hacer toda esa parafernalia de pasos absurdos para que me reconozca y me permita "pertenecer", debimos embarcar. En la siguiente escala tampoco pude ingresar al invento de Zuckerberg. Ya en el lugar donde abrimos valijas, eran tales los requerimientos y pasos a seguir para que me reconozca como usuaria - me acordé tanto de la madre de Mark y su familia - que decidí no incursionar. En un viaje uno nunca tiene un cuarto propio, que es lo que representa FCB para mí.

Soporté con bastante dignidad y casi sin recaídas el síndrome de abstinencia. Recordemos que en Europa no se usa tanto como en nuestro país. De modo que no estuve en ningún momento sometida a tal deleite. Ni bien llegué a Buenos Aires, tampoco me vi tentada. Cuando decidí y logré ingresar en dicha plataforma, ya no pude salir.

Es lo que siempre digo FCB no es malo, es irresistible, además de ser mi cuarto propio.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 25.9.11

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