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No digas que no te avisé

Desde el inicio de los tiempos el hombre quiso saber acerca de su futuro. Ya el Faraón egipcio atormentado por un sueño - el de las siete vacas flacas luego engordadas por comerse a las gordas, que aparecieron primero - manda llamar a quien pueda interpretarlo. Aparece José, que da una explicación razonable de este enigma. Como lo es todo sueño para el soñante. Sólo que al relatarlo tratamos de darle forma y algún sentido por medio de palabras.

Existen distintas metodologías de interpretación de sueños que van desde el elemental sistema analógico que dice que si soñás con un zeppelín se trata de un pene. Y si lo hacés con el número 22 estás en pos de la niña bonita, según los dictámenes de la quiniela.

Hasta las más complejas relacionadas con el psicoanálisis y el arte de interpretar sueños según la asociación del paciente, su historia y el momento de la transferencia en que se halla con su analista el soñante. Sólo nombro las más extendidas de Occidente. Dejo de lado las miles de interpretaciones que provienen de la religión privada de cada sujeto. - Si el lápiz cae de punta será nena, si de cola, varón. En especial la de un obsesivo que por más racional que sea, guarda en su corazoncito una interpretación más vale cómica - para un observador - de eventualidades a las que trata de dar sentido.

El huracán  

Otra cosa bien distinta es que se advierta por todos los medios que el huracán Sandy, que tiene un nombre tan común como el de la chica de al lado - next door girl -, se avecinará en el área de Nueva York y alrededores. Para el caso, el 29 de octubre de 2012. Si para colmo la Bolsa de la Gran Manzana no hará sonar esa chicharra que anuncia otra jornada de prosperidad para unos y descalabro para otros, significa que no operará ese día. Y tampoco el siguiente. Y cuando esto ocurre nos indica que el alerta roja sangra y mucho.

Si hasta Google, que no es precisamente una Pyme, pospuso la presentación de su nueva tableta por el paso del Sandy, que en nuestro país era un inocuo y amigable postrecito infantil, no te podés hacer el desentendido tirando a medio mundo o entero. Estás advertido. Existen instrumentos que precisan que esto sucederá. Puede, tal como pasó con el huracán Irene, que responde al nombre de mi prima y a su personalidad, que aplaque su furia y se convierta en una tormenta tropical. Y todos contentos.

Las variaciones climáticas - casi todas - se pueden predecir debido al desarrollo de la aparatología y a una preocupación al respecto.

No sucedió lo mismo con el último minuto del superclásico Boca-River. Eso cae en los márgenes de la campana de Gauss, que es la que representa un modelo estadístico donde en el medio se encuentra una distribución normal y hacia los costados lo más alejado de lo normal. Bueno, en ese lugar alejado se produjo el último gol. O sea, cuando no te lo esperás, aunque tengas mucha fe, como escuché decir a los jugadores xeneizes. Aquello que sorprende es que no se espera matemáticamente hablando. Pero puede suceder.

Un diluvio   

Respecto del diluvio con que nos desayunamos los bonaerenses el mismo lunes en que se pronosticaba el avance del Sandy, no creo que se deba a las relaciones carnales que en algún momento tuvimos con Estados Unidos. Ni a las controvertidas relaciones que se iniciaron con el ingreso a Harvard de nuestra señora Presidenta. Lo cierto es que ambos países comenzaron la semana de modo poco amigable con su correspondiente obstáculo climático.

Pero ambos pudieron anticipar lo que venía, con distinta suerte. Al momento de escribir esto no sé qué sucedió en el país del Norte. Si sé que las botas de lluvia, que en un momento fueron desterradas del guardarropa urbano rioplatense han vuelto a estar de moda a causa de su utilidad, uso y bastante aceptable diseño.

En los casos mencionados es dable esperar que algo de lo diagnosticado ocurra. No sorprende. Después no digas que no te avisé.

Otra cosa bien diferente es que camines por la calle, se te caiga una maceta sobre la cabeza y termines antes de tiempo tu vida. Tal como le ocurrió al semiólogo francés Roland Barthes atropellado en París y al Premio Nobel Albert Camus muerto también en un accidente.

Lacan llama a esto «lo real», aquello que carece de sentido, lo imposible de ser dicho en palabras; más próximo a lo que los griegos llamaban la fatalidad del destino. La gente prefiere decir es el destino, antes que lidiar con el sinsentido; es duro.

Por eso, para aquello que se puede evitar, más vale andar advertido y para eso hace falta no estar dormido.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 4.11.12

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