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Horóscopos

En todo tiempo y lugar el hombre quiso conocer su futuro y la mujer más todavía. Los griegos fueron pioneros en esto. Recordemos el oráculo de Delfos, que auguró al rey Layo que su hijo lo mataría y se casaría con su esposa. Como el encargado de esta tarea desoyó la orden, Edipo vivió para contarla, no para verla.

Desde ese momento tal desobediencia, según Freud, la llevamos sobre nuestros hombros, a veces con más peso y otras con menos. Pasó el tiempo y los egipcios también quisieron conocer el porvenir. Todos recordamos el sueño del Faraón, el de las siete vacas flacas que engordaron o adelgazaron, según el momento del relato.

Para los sueños, afortunadamente, el maestro vienés descubrió que tienen un sentido que habrá que desenmascarar siguiendo un método que más que método es un arte. Si a uno le interesa puede llegar en su sesión, mediante la escucha de un analista, a desentrañar el ombligo de lo soñado. Los argentinos más que ningunos somos profetas en esto.

En la actualidad las respuestas oraculares dominan el planeta. Queremos saber si seremos felices, ricos y famosos y si el Nasdaq, el Dow Jones o el Merval seguirán bajando.

En esta Nueva Era, que ya viene durando unos veinte años, los gurúes están de moda. Se acude a ellos, así como a la sección de diarios, revistas y la web, de esa predicción llamada "horóscopo", cuya definición más sencilla para el occidental es: augurio o vaticinio del futuro deducido de la posición de los astros del sistema solar y de los doce signos del zodíaco.

Los hay chinos, aztecas, mayas y unos cuanto más. Según este último, el mundo terminará el 23 de diciembre de 2012. ¡Justo me deben pagar un dinero el 26 de diciembre!

Hablar de horóscopos nos conduce a temas sobre los que no es tan fácil sacar conclusiones - ilusión, fe, creencia, futuro, verdad, falsedad -. No es el momento ni el lugar de dirimirlos. Sólo diré que existen diferencias entre la ilusión de una señorita de casarse con un príncipe - es posible - le sucedió a Leticia de España, a Grace de Mónaco y a nuestra Máxima de suertuda, que tener la ilusión de la llegada del Mesías. Esto último es mucho menos verosímil aunque nos vendría como los dioses.

Hoy, que es domingo, calemos menos hondo. Como todo sujeto racional tengo un grado importante de irracionalidad. Los expertos en marketing lo saben bien. De esta irracionalidad pueden dar cuenta los cuatro últimos cosméticos que compré y que prometieron borrar mis arrugas en dos semanas. Ya pasaron cuatro y cada día me parezco más a la Duquesa de Alba, que se casó con un señor 24 años menor que ella. Apuesto que la duquesa debe tener buen carácter, además de todo lo que tiene. Es un juego al que me someto, donde siempre gana la publicidad.

Hay horóscopos que históricamente leía. No es que creyera en ellos, sino que constituían un ritual al que me sometía ante el temor de que si no lo cumplía, me iría mal. Representaban esa extraña forma de confiar y no confiar simultáneamente. La prueba es que me los olvidaba a los tres minutos de ser leídos. Mi animismo infantil a este respecto, era tan pero tan infantil que el acento estaba puesto en el cumplimiento del deber, aunque sabía que es pura sugestión. Establecía relaciones absolutamente primitivas; con los de capricornio me llevo bien, con los de géminis pésimo y siempre de acuerdo a experiencias de lo más dispares.

Hace poco me obligué a dejar estas lecturas. Me costó huir de la tentación y se lo debo al triunfo de la voluntad. ¿Acaso no soy de Virgo? Claro que instauré otras reglas que sigo minuciosamente. Creé mis propios diez mandamientos cuyo primer y último decreto es: No leerás horóscopos ya que te sobrevendrá la mala suerte. Y funciona. Para ahondar la prohibición, me imagino que quien confecciona estas predicciones es una señora que entre la preparación de una pizza y otra, los escribe según si la mozzarella está pasada o no. Mi suerte dependía de un queso.

Como contrapartida me construí un horóscopo propio en un español neutro que sigue las normas más objetivas de las que soy capaz de establecer. Rige sólo para el signo de Virgo. Es el siguiente.

"Eres del tipo lógico y odias el desorden aunque lo produzcas. Tu actitud puntillosa resulta molesta para tus amigos. La familia te lo perdona, porque no le queda más remedio. Eres fría porque siempre tienes frío. Prueba vivir en las Antillas. ¿Te has preguntado porqué nadie se fija en ti? Péinate y verás cómo tu suerte cambia. Visita a tu estilista.

Humor: No te lo entiende nadie. No te esfuerces.

Pareja: Ya has probado todos los signos del zodíaco y con ninguno has congeniado. Continúa sola hasta el próximo milenio.

Sugerencias: Hazte amiga del megamillonario norteamericano Warren Buffet -"dejen de mimar a los ricos"-. Si no te tira un dinero, confórmate con una hamburguesa con salsa kétchup. Tómala y di gracias. No pidas mostaza de Dijon, a los americanos les cae mal ese gusto afrancesado". Y también funciona.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 28.8.11

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