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«Paz, sólo con derechos humanos»

Manuel Hassassian y Edy KaufmanEl embajador jefe de la Delegación General Palestina en Londres, Manuel Hassassian, y Edy Kaufman, profesor de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) y de la Universidad israelí de Haifa, afirmaron en Buenos Aires que para resolver el conflicto entre israelíes y palestinos se deben «poner en práctica los valores esenciales que ambos pueblos comparten en temas como derechos humanos, democracia y paz».

Hassassian y Kaufman llegaron a Argentina para desarrollar una capacitación sobre el conflicto entre israelíes y palestinos invitados por el el Instituto de Servicio Exterior de la Nación (ISEN) de la cancillería y el CAPPI (Consenso Argentino por la Paz Palestina Israelí), tarea que vienen desarrollando en conjunto desde hace veinte años, en diferentes partes del mundo, convencidos que la paz es posible «sobre la base de factores comunes y de respeto a la coexistencia entre ambos pueblos».

«Trabajamos el concepto de la Nueva Diplomacia o Diplomacia Multivías porque ya no hay sólo conflictos violentos entre ambos países sino dentro de cada país», explicó Hassassian.

Kaufman asintió en la explicación de su «socio para la paz» y agregó que «en cada país, hacia adentro, existen distintos grupos étnicos o religiosos que han provocado conflictos de identidad, y por eso hay que buscar formas no convencionales de diplomacia, soluciones innovadoras».

El israelí explicó esta situación con el ejemplo del asesinato del entonces premier Itzjak Rabin, que fue «muerto en Israel por un judío mesiánico y no por un palestino».

El jefe de la diplomacia palestina en Londres amplió la propuesta de estos dos hombres provenientes de la academia: «Si compartimos valores escenciales de derechos humanos, democracia y paz tenemos que poder conseguir soluciones compartidas. Kaufman y yo provenimos del mundo de la academia donde estos temas colocaron a la universidad en una especie de avanzada sobre el mundo político a través del trabajo con la sociedad civil. Ahí es donde se debe aplicar la Diplomacia Multivías que puede constituirse en una vanguardia que demuestre que es posible encontrar soluciones compartidas respetando las diferentes narrativas de los pasados de cada pueblo».

Y ejemplificaron con algunas soluciones propuestas para resolver el tema de Jerusalén, que fueron trabajadas en el curso del año pasado dado en el ISEN.

Al respecto dijeron que el tema Jerusalén «no debería tratarse como un tema único porque la ciudad puede tener varias jurisdicciones o públicos a los que les interesa».

Advirtieron, entonces, que debería trabajarse, por ejemplo, «sobre la Ciudad Vieja, donde está el Muro de los Lamentos, el lugar más santo para los judíos, y la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar más santo para los musulmanes - luego de La Meca y Medina - sobre las ruinas del templo judío destruido por los romanos».

Hassassian explicó que en los «Parámetros Clinton (pautas para la pacificación de Oriente Medio) ya se proponía aplicar el concepto de soberanía vertical que usan los estados que indica que si los países son dueños de su espacio aéreo y de su suelo (por ejemplo por el petróleo) bien podría hacerse lo mismo sobre esta zona de Jerusalén ya que la Explanada de las Mezquitas está construida por encima del Muro de los Lamentos».

Es decir que la Explanada podría ser posesión palestina y la zona del Muro de posesión israelí.

Hassassian recordó que «la Autoridad Nacional Palestina, a diferencia de Israel, no dice que Jerusalén es toda suya. Los palestinos decimos que Jerusalén es de los dos».

Incluso recordó que «hay dos términos distintos para nombrar a Jerusalén, Yerushalaim para los judíos y Al Quds para los árabes. Y en un concepto, ahora, de soberanía horizontal podríamos dividir la ciudad y decir que donde hay población árabe es Al Quds y donde hay israelíes eso es Yerushalaim».

Y el problema de Jerusalén se complica aún más con la Ciudad Vieja «porque ahí los grupos interesados son cuatro: musulmanes, judíos, cristianos y armenios», explicó Kaufman, quien sin embargo dijo que «al dividir el tema de Jerusalén en partes más pequeñas y no generalizar las soluciones, puede buscarse un modo de solución diferente y más apto para cada problema».

Respecto a la última guerra en Gaza, ambos coincidieron en afirmar que «fue sumamente negativa».

«Muchos creen que es una línea divisoria de aguas y que ya nada será igual hacia adentro de ambas sociedades. Del lado israelí me preocupa enormemente la actitud de un ministro de origen militar que dijo que de vez en cuando hay que cortar el césped - refiriéndose a las guerras de 2009, 2012 y ahora 2014. Pero fue tan burdo que no pensó que cuantas más podas haya, más rápido también crece ese césped», ejemplificó Kaufman.

Hay una herida profunda y muy abierta que cuando trata de cicatrizar pasa algo que la profundiza aún más», agregó Hassassian.

Por eso, ambos defensores de la paz consideraron que «ya no es tan sólo un conflicto de gobierno contra gobierno, sino que se transformó de un conflicto de pueblo contra pueblo y el nivel de odio ha crecido enormemente. Bajar el nivel de odio es una prioridad de seguridad nacional para palestinos e israelíes».

«No hay nadie que no padezca efectos post traumáticos, y eso produce un aumento del odio de ambos lados. Muchos actos violentos ocurren por venganza grupal y personal en nombre de los familiares ya caídos por haber sido víctimas del 'otro', y así escala de muerto en muerto. Hay que pararlo», afirmó Hassassian.

Para Kaufman «no tiene sentido definir quién comenzó primero o si empezamos a contar desde la inmigración sionista de 1870, desde la creación de Israel en 1948, desde la Guerra de los Seis Días en 1967 o la de Yom Kipur en 1973, si desde la primera o segunda Intifada, si desde el retiro de Gaza de 2005, o los meses pasados».

«El pasado produce un impacto muy profundo, pero no puede dictar o predecir una solución segura hacia el futuro. Los problemas entre árabes e israelíes los hemos generado nosotros, los seres humanos, y, por lo lo tanto deberíamos solucionarlos, pero para eso hay que encontrar un cambio de paradigma», explicó el israelí.

Muchos en mi país creen que la solución debe ser militar, y el pueblo palestino ya demostró que no va a doblegarse; va a sufrir y hacer sufrir pero no va a abandonar su causa; y por eso la solución debe ser política y no militar», reflexionó Kaufman.

«El lenguaje de la fuerza no ha dado resultado después de tanto tiempo», agregó Hassassian, quien llegó desde Londres donde el Parlamento británico aprobó una moción de solicitar al Ejecutivo de su país que reconozca al Estado de Palestina.

Al respecto, Hassassian afirmó que esa votación «fue un paso hacia la rectificación de la injusticia histórica infligida al pueblo palestino. Los diputados reflejaron la voluntad del público británico al reconocer el Estado de Palestina y a los palestinos su derecho a la libertad, la justicia y la autodeterminación».

«Este es el momento en el que el gobierno de Reino Unido debe escuchar a su Parlamento elegido democráticamente y tomar acción política decisiva al reconocer el Estado de Palestina y la defensa de su responsabilidad histórica, moral y legal hacia Palestina», definió.

La votación, no vinculante pero abrumadora de 274 votos a favor y 12 en contra, instó al Ejecutivo británico a «reconocer el Estado de Palestina junto al Estado de Israel», como parte de una «contribución para lograr una solución negociada de dos Estados».