Imprimir

Las aventuras de Cristina y Héctor

Mahmud Abbás y Cristina KirchnerArgentina elevará el nivel de la representación diplomática en la Autoridad Palestina (AP) a embajada. El sorpresivo anuncio fue efectuado por el ministro de Exteriores, Héctor Timerman, tras un encuentro bilateral con su homólogo palestino, Riad al-Malki, en la ONU.

La decisión resulta inesperada en víspera de las elecciones presidenciales en ese país sudamericano y al tratarse de una cuestión diplomática particularmente delicada.

El momento parece también polémico ante las perspectivas poco alentadoras en el interrumpido proceso negociador entre Israel y la AP y la problemática de enfrentamientos internos entre las distintas agrupaciones palestinas, en particular en lo que hace a Hamás. El discurso del presidente Mahmud Abbás ante la Asamblea General de las Naciones Unidas lo dejó en evidencia.

A mediados de agosto Abbás presentó su renuncia como líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OPL) y en las próximas semanas se debería elegir una nueva dirección. Tampoco está claro si la AP, nacida de los Acuerdos de Oslo de 1993, logrará sobrevivir y qué figura política administrativa ocuparía su lugar.

La tendencia de esa eventual transición hacia la conformación de un Estado palestino tampoco está definida, más allá de que en enero del 2013 se adoptó oficialmente esa designación.

Un sondeo reciente realizado por el Centro Palestino de Investigaciones Políticas de Ramallah muestra la complejidad y los desafíos que enfrenta hoy la AP. Un 65% de la población quiere que Abbás renuncie. Un porcentaje similar ya no acepta la solución de dos Estados. Un 42% cree que la lucha armada es la vía más efectiva para establecer un Estado palestino y sólo un 29% apuesta a las tratativas entre Israel y la AP para lograr un acuerdo definitivo.

En este contexto tan delicado que atraviesa la AP, como los avatares diplomáticos con Israel, que Argentina, junto a Venezuela, sean los dos únicos países que decidiieron otorgar un nuevo rango a la representación diplomática en Ramallah, no sólo resulta inesperado, sino que parece muy poco atinado. Marruecos, por circunstancias regionales especiales - el rey de Marruecos es considerado responsable por Jerusalén ante el mundo musulmán -, es el único país que hasta ahora mantenía relaciones a nivel de embajada. El resto de la comunidad internacional lo hace a un nivel diferenciado.

Oriente Medio es una zona demasiado compleja para decisiones apresuradas o que resulten de consultas exclusivas con Nicolás Maduro. Brasil y Chile, que mantienen relaciones diplomáticas con la AP anteriores a Argentina, por el contrario, parecen asumir una posición más cuidadosa como medida.

Al final de un mandato presidencial resulta desilusionante que Argentina incursione en nuevas aventuras de política exterior que podrían tener distintas derivaciones.

El canciller Timerman debería ser más prudente y aconsejar mejor a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, sobre todo tratándose de un tema sensible, que, por las implicancias, podría afectar las ya opacas relaciones que Argentina mantiene con Israel.