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Delicado memorando con Irán

Memorando argentino-iraníEl atentado criminal contra la AMIA va a cumplir 19 años, dos menos que el perpetrado contra la Embajada de Israel. Ambos tienen instigadores, ejecutores, cómplices y encubridores.

Indudablemente esto define diferentes grados de responsabilidad. La investigación del juez Juan José Galeano, en el caso AMIA, con la participación de los fiscales Muller y Barbacchia, adoleció de todos los defectos imaginables: así es como Carlos Telleldin, según la investigación sindicado como el vendedor de la presunta Traffic utilizada en el atentado, habría cobrado 400.000 dólares para que impute a policías de la provincia de Buenos Aires, oferta que fue grabada en el juzgado y pasado luego por televisión. Presencié las declaraciones de Carlos Ruckauf y Hugo Anzorreguy, que si hubieran sido televisadas hubieran producido un revulsivo similar al que produjo la caída del primer juicio oral por el asesinato de María Soledad Morales. Todo fue tan escandaloso que como en una obra de teatro del absurdo, finalmente los imputados quedaron libres y el procesado fue el juez que investigó la causa.

En el juzgado a cargo del juez  Rodolfo Canicoba Corral, en 2006, el fiscal Alberto Nismann  tomó como punto de partida la cuestionada investigación, la amplió, y solicitó el interrogatorio de los ocho imputados, seis de los cuales fueron luego incluidos entre los  buscados por Interpol.

La medida rige para el ex ministro de seguridad, Alí Fallahijan, el ex consejero cultural de la embajada iraní, Mohsen Rabbani, el ex tercer secretario de la embajada Ahmad Ashgari, el ex jefe de la Guardia Revolucionaria, Mohsen Rezai, y el ex jefe de las fuerzas QUDS (Guardias Revolucionarias Islámicas), Ahmad Vahidi. En tanto, el libanés requerido, Imad Moughnyeh, está muerto.

Según La Nación del 15.3.07: «En cambio, no se hizo lugar a la solicitud para arrestar al ex presidente de Irá, Alí Hashemi Rafsanjani, al ex canciller, Alí Akbar Velayati, y al embajador en Buenos Aires cuando sucedió el ataque, Hadi Soleimanpour, tal como había rechazado con anterioridad el Departamento de Asuntos Jurídicos de la Interpol, para no propiciar un «conflicto diplomático». Este ultimo fue detenido en Inglaterra y posteriormente dejado en libertad porque la Justicia británica consideró que las pruebas enviadas por Juan José Galeano eran insuficientes.

Para agregar complejidad a la situación hay que señalar que tres de los interrogados son candidatos presidenciales para las próximas elecciones: Ali Vellayati, con muchas chances, Mohsen Rezzai, con escasas posibilidades, y el actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi.

En forma sintética: según Página 12 del 28 de enero, el fiscal Nisman sostiene: «La orden vino de Irán después de una reunión en la que intervino hasta el presidente de ese país, en 1993. El organizador fue el ex agregado cultural Mohsen Rabbani. La parte operativa se coordinó en la Triple Frontera, a nombre de André Márquez. El jefe del operativo habría sido Salmán El Reda, un colombiano convertido al islam y casado con una secretaria de Rabbani. La ejecución del atentado fue obra de un suicida, Ibrahim Berro, llegado desde el Líbano, integrante de Hezbolá. Las pruebas directas no son fáciles de conseguir. Por ejemplo, los hermanos Berro dicen que murieron en Líbano y que la reunión cumbre en la ciudad de Mahshad, en Irán, donde supuestamente se planeó el atentado, fue pública y cubierta por la prensa. Con cada parte asentada en su versión, la investigación de la conexión internacional no tiene ningún avance decisivo, de importancia, desde hace 18 años y medio».

Durante toda la investigación siempre se privilegió la pista iraní descartando primero la pista siria y luego tomándola en un lugar secundario.

Esta última es la que permitiría entender el encubrimiento del gobierno de Carlos Menem y los intereses diferentes, pero confluentes llevaron a despreciarla por parte de los gobiernos argentinos, norteamericano e israelí. En el terreno local, el escamoteo de la pista siria diluía el camino para desenmascarar el encubrimiento y coincidía con los intereses de los otros dos países, para los cuales Irán era y es el enemigo a apuntar.

Esto no significa descartar la responsabilidad de Irán, sino abrir dudas que se fueron incrementando con el tiempo.

Resulta sorprendente que el fiscal Nisman, quien es capaz de describir con lujo de detalles la ciudad donde se planeó el atentado, a 20.000 kilómetros de distancia, resulta inhábil para encontrar los cómplices locales. Incluso casi todas las investigaciones periodísticas descreen de la existencia de la famosa Traffic.

Todo esto se confirma con la aparición de cables de Wikileaks. El diario Página 12 reveló bajo la firma de Raúl Kollman: «Los cables emitidos por la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires y filtrados por Wikileaks a Página 12, revelan que Washington presionó a lo largo de varios años para que no se siguiera adelante con la investigación contra Carlos Menem, el ex juez Juan José Galeano, el comisario Jorge «Fino» Palacios y otros funcionarios por haber frenado y desviado la investigación del atentado a la AMIA. Los oficiales norteamericanos de nuestra Oficina Legal le han recomendado al fiscal Alberto Nisman que se concentre en los que perpetraron el atentado y no en quienes desviaron la investigación», se sostiene en un cable del 22 de marzo de 2008.

«La Oficina Legal era, en realidad, un eufemismo, ya que se trataba de la cobertura usada por los hombres del FBI, que eran quienes verdaderamente presionaban para proteger a los que encabezaron la investigación inicial - Menem, Galeano, Palacios -, tradicionalmente afines a las posturas de Estados Unidos.

«Esto podría ser usado por Irán para cuestionar la credibilidad e imparcialidad de la investigación», señala en el cable el por entonces embajador de Estados Unidos en Argentina, Earl Anthony Wayne, a quien no parecía preocuparle que la pesquisa por el desvío de la investigación del atentado había sido ordenada por el propio Tribunal Oral que juzgó el caso AMIA.

Poco tiempo después, el pedido de procesamientos que emitió Nisman fue convalidado por el juez Ariel Lijo y luego confirmado por la Cámara Federal. Washington ha usado la causa AMIA como una punta de lanza contra el régimen de Teherán, pese a que éste nunca fue acusado con anterioridad de atentados masivos contra civiles fuera del Oriente Medio. Sí hay imputaciones por asesinato de figuras opositoras en Alemania o Francia, pero no de la colocación de artefactos explosivos o coches bomba. Las únicas dos acusaciones de ese tenor son las de Buenos Aires: la de la Embajada de Israel y la de la AMIA.

En un cable emitido cinco días más tarde - también filtrado por Wikileaks y dado a conocer por el diario El País de Madrid -, Wayne dice que van a tratar de averiguar qué otra información desclasificó Nisman de la SIDE y cómo frenar cualquier intento de uso de la nueva investigación por parte de Irán. También destaca las opiniones de dos informantes de la embajada: un importante dirigente de la comunidad judía y un funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina.

El dirigente de Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado contra la AMIA, Sergio Burstein, remarcó la dudosa objetividad de la fuente comunitaria citada en los cables de Wayne: Alfredo Neuburger, cuya identidad fue dada a conocer por lo publicado por El País. Al dar a conocer el cable de la embajada, el diario español tachó el nombre de Neuburger en numerosas oportunidades, pero en el punto 8, comete el error de no hacerlo, con lo que quedó claro que la fuente de Estados Unidos es el funcionario de la DAIA, quien figura nombrado aunque con tachadura en varios tramos del cable del 27 de mayo.

Santiago O'Donnell, en su libro «ArgenLeaks», escribe: «Los funcionarios estadounidenses de la embajada le dijeron a Nisman que se dejara de embromar con la llamada «pista siria». …Al advertir el malestar de los diplomáticos estadounidenses por el pedido de captura de Menem, Nisman les aseguró que no iba a insistir con sus averiguaciones acerca de la «conexión local». Dijo que le había entregado esa investigación al juez Lijo y que de ahora en más se dedicaría a seguir la recomendación que le habían hecho los funcionarios de los Estados Unidos. Escribió el embajador Wayne: «Nisman aseguró que ya no tendría ningún rol en ese aspecto del caso - la investigación de la conexión local - y que continuaría enfocado en descubrir nuevas pistas y fortalecer las pruebas contra los iraníes».

Horacio Lutzky, en su informe especial «Caso AMIA, La Deuda Interna», sostiene: «...durante los años del gobierno de Carlos Menem fue palpable la tácita prohibición de investigar cualquier factor que llevara a Siria o ciudadanos con vinculación con autoridades de aquél país, siendo que numerosas evidencias archivadas en la causa demuestran que el factor internacional fue una UTE (unión transitoria de empresas) con sede en Teherán y también en Damasco...» A su vez Raúl Kollman, en Página 12 del 17.7.03, sostiene: «Uno de los máximos jefes de la SIDE, en la investigación del caso AMIA, Patricio Finnen, reconoció en una reunión interna realizada hace dos años en la central de espías, que los servicios de inteligencia brasileños le enviaron a la SIDE, antes del atentado contra la AMIA, dos advertencias por escrito de que se estaba por producir un ataque en Buenos Aires. ...también reveló que el dinero para pagarle a Carlos Telleldín salió de unas de las  cuentas que la SIDE tenía en Nueva York, que el borrado de las escuchas telefónicas al armador de autos truchos fue realizado por Marta o Graciela, dos de las mujeres de mayor relieve de la SIDE y que en tiempos de Carlos Menem se le prohibió a la SIDE, de hecho, toda investigación de la llamada «pista siria».

Si en el caso de la AMIA hay una investigación sesgada con múltiples deficiencias, en el caso de la Embajada las sucesivas Cortes Supremas han brillado por su inoperancia llenando folios de un vacío estremecedor. Llamativamente el Estado de Israel no actuó como querellante. La complicidad del gobierno de Carlos Menem quedó exteriorizado desde el momento inicial, con el retiro de la policía en lo que se conoce como zona liberada.

En el juicio por encubrimiento, el juez Ariel Lijo, elevó a juicio oral, con los siguientes imputados: el ex juez, Juan José Galeano, los ex fiscales, Eamon Mullen y José Barbaccia, el ex presidente, Carlos Menem, el ex titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy, otros jefes de la central de espías como Juan Carlos Anchezar, el ex titular de la DAIA, Rubén Beraja, Carlos Telleldín, su esposa y su abogado de entonces, Víctor Stinfale, los comisarios Carlos Castañeda y Jorge Alberto «Fino» Palacios.

El pecado original de la dirigencia argentino-judía

Tanto la DAIA, que tiene la representación política de los argentinos de origen judío, como la AMIA, encargada de la asistencia social, son en los hechos una extensión de la Embajada de Israel. Les sucede como a los partidos comunistas, que eran una prolongación de la política exterior de la Unión Soviética.

Los países tienen razones de Estado que muchas veces entran en contradicción con las realidades nacionales. Se puede entender, aunque no justificar, que por razones geopolíticas y de alianzas estratégicas con Estados Unidos, Israel no reconozca el genocidio armenio perpetrado por los turcos, que apoyen el bloqueo a Cuba junto a las Islas Marshall y Palau, que no reconozca los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas. Inútil será buscar que la DAIA se pronuncie en contra de esas posiciones. Incluso cumple el papel en algunas ocasiones que no puede cumplir la Embajada. Así por ejemplo, el 2.7.10, ante la presencia en el país del presidente sirio, sacó la siguiente declaración: «La DAIA repudia categóricamente la presencia en el país del presidente de la República Árabe Siria, Bashar al-Assad, en el marco de su visita oficial por América Latina, incluyendo además a Cuba, Venezuela y Brasil. Bashar al-Assad preside una dictadura en Oriente Medio en la que no se respetan los derechos humanos, las minorías son perseguidas y los opositores políticos son encarcelados y asesinados. La DAIA, representación política de la comunidad judía argentina, condena el virulento antisemitismo y antiisraelismo que el presidente Assad encarna y llama a otros organismos, partidos políticos y asociaciones a expresarse en este mismo sentido condenatorio». Firman: Aldo Donzis, presidente; Dr. Fabián Galante, Secretario. La Embajada se mantuvo en silencio.

Inútil será buscar una declaración condenatoria de la misma institución sobre la política de los asentamientos judíos en territorio palestino. Mucho menos posicionamientos críticos sobre la invasión al Líbano, sino por el contrario, su total convalidación. Una buena oportunidad hubiera sido la presencia en el país del canciller israelí, Avigdor Liberman en 2009. Un hombre que con sus características formara parte del gobierno argentino, sería calificado de fascista. Se podrían dar cientos de ejemplos similares.

El autor de estas líneas sostuvo sobre el tema, en el programa 6-7-8 del 28 de enero, que era judío hasta los huesos y argentino hasta los tuétanos. Mi mirada y mi posicionamiento es desde aquí; no me resulta para nada indiferente la suerte del Estado de Israel, como a un descendiente de italiano no le es ajeno lo que suceda en Italia; pero eso no significa para nada convalidar sus políticas.

Consigné mi escepticismo sobre la dirigencia argentina de origen judío por su limitación en el posicionamiento, el día anterior que el canciller Timerman se reuniera con las autoridades de ambas instituciones donde  manifestaron su aprobación, con dudas, del memorando firmado con Irán.

En los días siguientes el viraje hacia posiciones antagónicas se fue produciendo, principalmente y primero de la AMIA, donde la presión de la embajada sobre la entente del sector ultraortodoxo y prediluviano del Rabino Samuel Levín en alianza con el rabino macrista, Sergio Bergman, que defiende al comisario Jorge «Fino» Palacios, destructor de pruebas, encubridor de la pista siria, acusado por encubrimiento y que fuera designado por Mauricio Macri como jefe de la policía metropolitana y luego desplazado por las escuchas telefónicas, por la que está procesado junto al jefe de gobierno de la ciudad. Es al mismo sujeto, que en un acto de una indignidad superlativa, dirigentes de instituciones argentino-judías homenajearon, como se puede apreciar en la foto de tapa del libro de Horacio Lutzki «Brindando sobre los escombros». Ahí puede observarse al «Fino» Palacios brindando con el presidente de la DAIA de aquel entonces, José Hercman, y con el que años después desempeñaría el mismo cargo, Aldo Donzis, que le agradecían su contribución en la investigación de los atentados.

La contratación de un equipo jurídico sesgadamente antigubernamental completa el círculo.

Luego la DAIA se fue mimetizando con los posicionamientos de la AMIA.

El canciller correctamente no aceptó el pedido de explicaciones del gobierno israelí al embajador argentino sobre el acuerdo con Irán. Timerman afirmó que en el atentado a la AMIA no murió ningún ciudadano israelí.

El empresario de medios oficialista, Sergio Szpolski, discrepa con la posición de la AMIA y mantiene una opinión opuesta a la que se sostiene en esta nota. Escribió en su diario Tiempo Argentino: «Por ello, más allá de las consideraciones acerca de cómo reaccionaron los dirigentes de la AMIA frente al memorándum, es gravísimo que no hayan contestado la frase del canciller cuando se refirió a que, como en el atentado contra la sede de la comunidad judía no habían muerto ciudadanos israelíes, ese no era un tema por el que Israel debiera interesarse. Todo lo que le ocurra al pueblo judío en el Estado de Israel o en las comunidades alrededor del mundo es una preocupación del Estado Judío. Esa regla básica fue olvidada por los dirigentes de la AMIA y no merecieron ni media letra en la serie de comunicados que emitieron. Israel, centro nacional del pueblo judío, está ligado espiritual, religiosa y emocionalmente a las comunidades judías donde quiera que estén. Sin que eso signifique una merma en la soberanía de los países en los que esas comunidades se encuentren, ni en la participación ciudadana que los judíos en esas naciones deben llevar adelante como cualquiera de sus compatriotas. Israel está atento a lo que le ocurre a los judíos, pues su misma creación es la concreción del milenario sueño del pueblo judío de «Israel arevim zé la zé», cuya traducción literal es que cada judío está entrelazado con el otro. Israel, como Estado Judío, no es ajeno a ese precepto. Esa omisión vergonzosa que una comunidad segura de su lealtad al país del que forma parte - en este caso la República Argentina - no puede permitirse; es un daño colateral enorme en este episodio. Afirmar el vínculo de la comunidad judía con Israel, y más en la actual situación geopolítica mundial, es algo que la dirigencia de la AMIA debió hacer y no hizo. Quizá fue un olvido, quizá un cambio radical en el modo de entender la historia del pueblo judío».

Parece mentira, pero es la misma persona que cuando fue tesorero de AMIA fue sometido a un Tribunal de Ética, tras una denuncia presentada por Hugo Ostrower (entonde presidente de la AMIA) y Noé Davidovich (entonces secretario general) por una serie de operaciones irregulares con el Banco Patricios, que tuvo como saldo la desaparición de 3 millones de dólares pocos días antes de que el banco del que era propietario presentara su quiebra. El Tribunal resolvió por unanimidad «que el licenciado Szpolski ha incurrido en gravísima falta ética en el manejo de los fondos de la AMIA y relegó al ex tesorero al destierro para ejercer cargos en cualquier institución comunitaria».

Es tal vez una mera coincidencia pero no deja de ser significativo lo transcripto por el periodista Diego Melamed en su libro «Los judíos y el menemismo». Ahí puede leerse: «¿Te das cuenta de por qué me robé la plata de los muertos de la AMIA? Tengo una sangre fría que me asombra…» El joven dirigente terminaba de negociar arduamente una seria cuestión judicial. Al colgar el teléfono me miró fijo y lanzó esa frase que nunca olvidaré».

Voces rasgando la impunidad

A lo largo de estos 18 años, familiares dejaron en sus discursos en la calle Pasteur o en Plaza Lavalle sus denuncias, dolores y esperanzas. En 1996 con la voz quebrada por la emoción, Diana Malamud cuestionó al presidente Menem: «¿Debemos decirle que la deuda no la tiene sólo con la comunidad judía; que no debe enviarle sus condolencias al embajador de Israel ya que la deuda permanece impaga ante el conjunto de la sociedad y que los únicos muertos que no eran argentinos eran bolivianos? ¿Cómo le explico a Sofía que pasaron dos años y que la muerte de Andrea no se esclarece ni siquiera para prevenir que otros mueran en un tercer atentado? ¿Cómo les explico a las hijas de Nomi que tenemos un gobierno que hizo caso omiso a la información previa sobre un atentado y que no le importó prevenir? ¿Cómo les explico a cientos de familias que mientras no se haga justicia nuestros muertos no podrán descansar en paz? Ellos y nosotros merecemos justicia».

En 1997 el discurso de Laura Ginsberg llevó al presidente de la DAIA, Rubén Beraja, cómplice del ocultamiento, a pedir disculpas. Laura dijo: «Yo acuso al gobierno de Menem y Duhalde de consentir la impunidad… Yo acuso al gobierno de Menem y Duhalde de encubrir la conexión local que sirvió para matar a nuestros familiares... Sólo cuando se haga justicia, nuestros muertos podrán descansar en paz».

En julio 1999, Marina Degtiar en su discurso dijo entre otros conceptos y denuncias impactantes: «Cómo decirle a mi bebé que a Mirta, Olegario, Juan, Mónica, Ingrid o Adhemar, no les respetaron su derecho a la vida, el que tiene todo ser humano, y que muchos de aquellos que debían colaborar en la investigación para encontrar a los culpables, forman hoy parte de las hipótesis del atentado. Cómo hacerle entender que en Argentina hay políticos que se olvidan del crimen más brutal que haya sufrido nuestro país y que los policías son parte de la banda que colaboró para que se cometa esta tragedia... Tengo una mezcla de sensaciones confusas. Junto al entrañable amor que toda madre siente por el hijo que va a nacer, crece una tremenda sensación de asco. Asco por todas las cosas que le tendré que explicar a mi hijo, producto de la desidia de los hombres… Todos aquellos que, desde el poder, no hicieron todo lo que pudieron hacer, nos dan asco. Los principales gobernantes de nuestro país, desde Menem a Duhalde, desde Corach a Ruckauf, han carecido de la necesaria decisión política para ponerse al frente de los organismos de seguridad e inteligencia exigiéndoles, que, cueste lo que cueste, caiga quien caiga, trabajen para encontrar a los culpables. Por esta actitud deleznable y sospechosa, nos dan asco… Sr. Presidente Menem: su desinterés, su silencio, resultan cada vez más vergonzosos. Su sospechosa actitud y la cada vez menos comprensible falta de decisión política para resolver la tremenda masacre, que no hace más que perpetuar en la historia argentina la impunidad, bandera que enarbola su gobierno, nos da asco. ¿No siente vergüenza al expresar, con orgullo, que su gobierno en 10 años cambió la historia? ¿A costa de cuánto crimen impune? ¿De cuánto encubrimiento, corrupción y discriminación? Usted y su gobierno ególatra, soberbio y farandulero, ¿podrán dormir en paz cuando dejen el poder, con dos atentados sin resolver y en los que usted pudo hacer algo? Tamaña impunidad nos da asco… La impunidad con la que el Gobernador Duhalde expresó su célebre y lapidaria frase: «la Policía de la Provincia de Buenos Aires es la mejor del mundo», nos da asco».

El discurso pronunciado por Sergio Burstein en 2011 provocó la reacción de las autoridades de la AMIA, aunque avanza en el mismo sentido que la investigación judicial. Entre otras cosas dijo: «Da asco tanta hipocresía; no necesitamos el pésame del Estado iraní, menos aun de un negador del Holocausto que tiene como fin eliminar a todos los judíos del mundo, Ahmadinejad el nuevo Hitler. No necesitamos solidaridad y pésames. Entreguen a los ocho prófugos de la justicia por su presunta responsabilidad en el atentado a la AMIA si realmente quieren que esta causa se resuelva».

«Sus funcionarios tienen las manos llenas de sangre, pero no como las de los heroicos rescatistas que intentaron salvar a las víctimas del odio irracional, sino como criminales que son. El gobierno nacional en estos últimos cuatro años en las Naciones Unidas ha denunciado duramente y con firmeza la actitud de Irán que protege a estos asesinos reclamados por la justicia argentina por idear, planificar y llevar adelante el atentado a la AMIA. Ningún país miembro de este organismo puede ignorar este hecho que no entristeció sólo a los argentinos sino a la humanidad toda».

«Aun así, la cancillería de Bolivia, invitó hace poco al prófugo de la justicia argentina, el ministro de Defensa iraní, Ahmad Vahidi, a inaugurar una nueva Escuela de Defensa del ALBA».

«Fue recibido con honores por el presidente Evo Morales quien estrechó su mano. Mano teñida por la sangre de 85 personas asesinadas en la AMIA entre las que se encuentran, oh paradoja, seis ciudadanos bolivianos».

«Contra el terrorismo y contra quienes albergan a terroristas hay que actuar con firmeza y sin concesiones de ninguna índole. Nuestro gobierno debe reclamar con firmeza por este hecho, más aun cuando el responsable es el gobierno de Bolivia, un país hermano».

«Pero no nos quedamos sólo en la denuncia y en el reclamo sino que para que situaciones similares no se repitan, le proponemos a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que lleve adelante en foros internacionales nuestra propuesta para que a ningún prófugo por delitos de lesa humanidad le asista la inmunidad diplomática, herramienta que en este caso, sólo garantiza impunidad».

«Estamos aquí doloridos pero orgullosos, porque no bajamos la mirada, porque tenemos dignidad, porque nunca tiramos la honra a los perros, porque reconocimos nuestros errores y no sucumbimos en la necedad de defender la mentira».

«Estamos aquí, y expresamos lo que sentimos, resultado de lo vivido en estos largos 17 años. Estamos comprometidos con la verdad y nunca medimos las consecuencias personales que nos ocasione el luchar por conocerla».

«Aquí no hay espacio para los caprichos o escenas histéricas, somos los que asumimos nuestros compromisos y cumpliremos siempre con la promesa y la palabra empeñada con ellos, los únicos importantes».

«A 17 años, una vez más decimos, que nos robaron la vida, pero no les vamos a entregar el alma. ¡Vamos a seguir luchando! ¡Jamás olvidaremos! ¡Jamás perdonaremos! ¡Jamás claudicaremos!»

Delicado memorando con Irán

El gobierno argentino realiza una jugada de alto riesgo reafirmando que está en su ADN el asumir posiciones arriesgadas. Decide movilizar una causa congelada, lejos de la fecha conmemorativa.

Escribió Horacio Verbitsky en Página 12 del 10 de febrero: «El viraje de AMIA y DAIA abre la posibilidad de que el juez Canicoba Corral pueda indagar a los acusados, fue influido por el gobierno de Israel y el fiscal Nisman. La Argentina fue víctima de una guerra en la que no participa ni decide. Los servicios de inteligencia israelíes se atribuyen los datos útiles en la causa, los estadounidenses apuntan a Irán y los argentinos operan contra el acuerdo junto con Nisman».

Resulta sorprendente que el fiscal actúe de este modo, lo que permite sospechar la endeblez de la investigación realizada. La justicia británica dejó en libertad a Hadi Soleimanpour, ex embajador de Irán en Argentina, porque el pedido de extradición argentino estaba mal hecho.  

Más adelante el columnista afirma: «El artículo 295 dice que sólo podrán asistir a la declaración del imputado su defensor y el fiscal, mientras el memorándum plantea que 'la Comisión y las autoridades judiciales argentinas e iraníes se encontrarán en Teherán para proceder a interrogar a aquellas personas respecto de las cuales Interpol ha emitido una notificación roja'. Esta es una contradicción sólo aparente, ya que el memorándum no afirma que todos los mencionados deban participar de un mismo y único acto. Además, el memorándum dice que las preguntas de la Comisión se dirigirán 'a los representantes de cada parte', es decir de los respectivos gobiernos, a los que luego formulará sus 'recomendaciones', que no serán obligatorias para el juez. Asesores de la cancillería interpretan que si el Congreso aprueba el memorándum, esa ley modificaría ese artículo del Código Procesal, sólo para este caso. Otras lecturas jurídicas replican que el código es una ley general, con reglas que se deben aplicar a todos los casos. De cualquier modo, si tanto el juez y el fiscal como el imputado consienten la presencia de la Comisión, como garante de que se aplique la ley, nadie podría objetarlo, si bien los comisionados no preguntarían en ese acto. La función de la indagatoria es que los imputados conozcan con exactitud de qué se los acusa y puedan defenderse, con lo cual sería extraño que produjera información relevante para la acusación que, se supone, ya la ha reunido por otros medios. También pueden elegir callar, como garantiza la Constitución en su artículo 18. En cualquier caso, se entiende el escepticismo acerca de su importancia para conocer la verdad. Pero esto no variaría si el juez Rodolfo Canicoba Corral los indagara en Buenos Aires, dada la índole del acto procesal necesario de la indagatoria. Lo que sí podría cambiar es la secuencia posterior. Si después de oírlos el juez decidiera que son firmes las pruebas para detenerlos, la probabilidad de que su orden fuera acatada en Teherán es ínfima. Ni aún en esa hipótesis la causa habría retrocedido porque los sospechosos pasarían a ser procesados y si la comisión de juristas coincidiera con la opinión del juez reforzaría en forma notable la posición argentina. Ese sería un mal resultado para Irán, cuya máxima aspiración sería que Canicoba les dictara la falta de mérito y levantara la orden internacional de captura, algo que sólo él puede hacer. En ese caso, la frustración del anhelo de justicia no podría atribuirse al entendimiento, sino a la endeblez de las pruebas. Aún así, se habría dado un paso hacia la verdad, cosa que no es seguro que motive a Israel y Estados Unidos. No sería razonable pretender que a partir de este acuerdo desaparecieran todas las dificultades objetivas existentes. Pero tampoco resulta lógico desdeñar la posibilidad que se abre».

Una causa de semejante envergadura es un caso claro de caer bajo el concepto de una política de estado, por lo que no puede analizarse bajo el prisma de la dicotomía kirchnerismo-antikirchnerismo.

En síntesis: una jugada audaz para intentar destrabar una causa congelada, teniendo enfrente un gobierno complicado, en proceso electoral, con pronunciamientos canallescos como el negacionismo o minimización del Holocausto y una diplomacia astuta y milenaria. Bastaría imaginar lo que significaría para Argentina tratar de resolver un conflicto con  un país que niegue la existencia del terrorismo de estado durante los años de plomo.

Héctor Timerman lo expresó con claridad y dramatismo: «Me tengo reunir con gente que no quería reunirme. Lo hice porque creo firmemente, de corazón, que podemos llegar a movilizar la causa. No es ningún placer para mí sentarme con negadores del Holocausto. Hubiera preferido no tener que hacerlo».

También es rigurosamente cierto que Irán reúne las características funcionales para ser colocado en el lugar de culpable, saltando sobre pruebas y evidencias endebles. Y que el memorando deja interrogantes y dudas que sólo el futuro con su carga de incertidumbres dilucidará.

Como siempre, entre los familiares más críticos, se destacó la intervención de Laura Ginsberg, titular de APEMIA en la Comisión del Congreso, que con su habitual dureza y capacidad expositiva señaló: «Esta es la Ley de Punto Final de la Causa AMIA… el cierre que el gobierno está buscando para sacarse de encima la causa de encima».

La oposición en Argentina, como quedó demostrado en el encuentro con el canciller, muestra una precariedad argumentativa que desnuda su condición de comentarista de los actos del gobierno potenciado hasta el infinito por su subordinación y articulación con los medios dominantes.

A Cristina Fernández le hubiera resultado más sencillo dejar todo como está. Pero justamente hace la diferencia saltando sobre lo fácil, aún con el enorme peso que implicaría un fracaso posible de consecuencias imprevisibles.