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Milagros

La periodista alemana Gaby Weber realizó en el 2003 un documental donde documentó la forma que la empresa Mercedes Benz fue cómplice de la desaparición de quince obreros durante el terrorismo de Estado. El jefe de producción, Juan Ronaldo Kasselkraut, declaró en el Juicio por la Verdad, en La Plata, en el 2001. Hizo referencia a los problemas que causaba a la empresa la comisión interna y los activistas, ya que no lograban quebrar la resistencia obrera en la planta. Se lamentó de que se destruían máquinas, había sabotaje y trabajo muy lento. Con relación a las desapariciones y el incremento consiguiente de la productividad, comentó: «Luego de un tiempo prudencial no volvieron a suceder esas cosas, mejoró la productividad, o sea, milagros no hay doctor».

Milagro parece que hay, cuando muchos políticos degradan a la política sustituyendo ideas por epítetos descalificadores y sin embargo la política seduce a franjas activas de la población.

En realidad, milagros no hay, aunque la realidad demuestra que hay casos que la aseveración es desmentida. Elisa Carrió había entrado en un eclipse prolongado, luego de una elección en la que había perdido con relación a la anterior casi 28 puntos y medio, quedando reducida a una secta de apenas 1,6%. Había actuado en la elección anterior como una revitalizadora de un radicalismo con caídas frecuentes que lo llevan rutinariamente a pasar por la sala de terapia intensiva. Ahora necesitaba que alguien concurriera a ayudarla a ella, a quien Jorge Asís, un hábil manejador de la ironía, denominó: «Una empresa de demolición, que luego no sabe qué hacer con los escombros». Pero a caballito de «Jesús» Lanata y su prédica denunciadora, la chaqueña convertida en un símil del bíblico «Lázaro», ha recuperado credibilidad y resucitado en la clase media porteña, más allá, o tal vez por ello, de una pirotecnia verbal que transita la desmesura superlativa, y realizará una excelente elección, un milagro en la Ciudad, acechando al hijo de Franco.

Milagro hay cuando Alfredo Leuco conserva una credibilidad alta a pesar de las desmesuras superlativas que realiza en sus columnas diarias en Radio Continental. Llamó al lockout patronal del 2008: «El 17 de octubre de los pueblos del interior». Sujeto de una broma por parte del periodista y bloguero Lucas Carrasco, el ferviente hincha de Boca, denunció por radio y televisión, que el entrerriano lo había amenazado de muerte, mientras recibía solidaridades de colegas tan enfervorizados como el columnista de Fernando Bravo en encontrar motivos para pegarle al kirchnerismo. Ahora, en su columna en Radio Continental del 26 de julio, realizó un milagro y convirtió al ex cardenal Bergoglio, devenido en el Papa Francisco, en «un compatriota extraordinario que es lo mejor que produjo estas tierras, tal vez, en toda su historia». Y para justificarlo, lo describe como un hombre que tiene virtudes reconocidas a San Martín, Belgrano, Mariano Moreno, Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón, Evita y Arturo Illía. Y para demostrar que no exagero, que el milagro de Leuco es real, cierra su nota así: «Ya sé que no lo puedo votar. Ya sé que no es candidato. Pero es el espejo que refleja lo mejor de este país. Es el argentino que nos transmite esperanza y capacidad transformadora. Es el Papa. Tranquilamente puede ser un presidente y un prócer. Podrán imitarlo, pero igualarlo jamás. Porque el país no está temblando. Está latiendo patriotismo, solidaridad y emoción. Se siente, se siente, Francisco presidente. Y si él no puede ser, que algún argentino que se atreva a recoger su nombre y lo lleve como bandera a la victoria».

Milagro es que el jefe del ejército César Milani, haya pasado tres ascensos sin que se conociera algunos antecedentes que debieron ser estudiados antes de que se aprobara y concretara su designación al grado superior. Que hubiera desparecido el legajo de su actuación en Tucumán es también un milagro. Sin embargo, el jefe de producción de Mercedes Benz, Juan Ronaldo Kasselkraut, afirmaba «Milagros no hay».

Milagro es que políticos cuyos silencios son más apreciados que sus discursos construidos con los materiales de la insustancialidad y las ondas de amor y paz, como Massa, Scioli y Macri, son ampliamente reconocidos en sus territorios.

Milagro es suponer que uno puede ascender en una escalera que carece de escalones, que es el equivalente a la peregrina teoría que se puede gobernar sin afectar a nadie o en su versión más bizarra con el consentimiento y aprobación de los afectados.

Milagro es hacer una alianza evidente y negarla públicamente como sucede con el acuerdo entre Massa y Macri. El hijo de Franco parece la amante despechada de Sergio Massa que lo oculta ante su mujer que viene a ser el electorado que ha seducido y aquel otro que intenta atraer.

Milagro es que se le pague a la mayoría de los publicitarios que hacen los spots de campaña electoral, en los cuales es difícil diferenciar si son en serios o en broma.

Milagro es el que ha producido el cardenal Jorge Bergoglio, cuestionado por algunos sectores políticos y periodísticos, al transformarse en el Papa Francisco, con un coro planetario de elogios y alabanzas.

Milagro es que pueda afirmar el Papa que todo lobby es malo, cuando el fue el promotor del lobby contra el matrimonio igualitario.

Milagro es que se denomine socialista a un partido liberal y cuyo referente nacional nunca habla del poder económico, de los monopolios, y que votaría por Capriles en Venezuela.

Milagro es que un empresario como Francisco de Narváez hable de unirse, de consenso y su slogan es «Ella o vos», sin que no se le haga notar la flagrante contradicción.

Milagro es que el caso Ángeles lleve más de 50 días y que con pocas novedades tenga transmisión en cadena todos los días, durante muchas horas en los canales de noticias y de la televisión abierta.

Milagro será que dentro de algunos años Victoria Donda no sea la heredera de Patricia Bullrich.

Milagro sería que La Nación y Clarín, junto a su empleado más calificado Jorge Lanata dieran una noticia positiva.

Milagro será el día en que el gobierno alguna vez reconozca claramente un error.

Milagro ocurrirá cuando se pueda terminar un campeonato de fútbol sin heridos ni muertos.

Milagro es que la política se haya municipalizado y pueda apasionar. Como escribió el ensayista Alejandro Horowicz: «Desde que el debate sobre la cosa pública no supone definiciones estratégicas, ni programas para llevar adelante, sino marketing y gestión, lo más parecido a un intendente termina siendo otro intendente, y todos tratan de satisfacer a los vecinos; los viejos socialistas denominaban jocosamente «política municipal» a la gestión, para diferenciarla de la política en serio… Y obviamente no conozco a mucha gente que pueda apasionarse leyendo un digesto municipal, y muchísimo menos creer que la renovación de la política - más allá de lo que se entienda por tal cosa - puede surgir de discutir el asfaltado de las calles de tierra».

Milagro es que en el acto de la Sociedad Rural y en las protestas de la Mesa de Enlace confluyan los patrones con el Momo Venegas, representante de los peones rurales. Es un milagro que Marx no previó para la sociedad capitalista: el fin de las clases sociales.

Milagro hubiera sido que el presidente de la Sociedad Rural hiciera un discurso diferente, ya que tienen uno escrito desde hace más de un siglo para enfrentar a los gobiernos populares. Sólo cambia la intensidad de la diatriba y en otros tiempos el panfleto leído servía para actuar como acicate para que las fuerzas armadas actúen. Hoy convocan a una parte mayoritaria de la oposición arrodillada ante el poder.

Milagro es poder hablar de corrupción, como lo hizo el presidente de la Sociedad Rural desde un predio arrebatado al patrimonio público.

Milagro es que en Marcos Paz, un ex directivo de la Sociedad Rural es ahora candidato a Concejal Suplente del Partido Obrero.

Milagro se produce cuando los cipayos se convierten ocasionalmente en nacionalistas para jaquear un gobierno mucho más nacional y popular.

Y por fin, milagro es que pueda terminar escribiendo una nota corta.