Aunque el Vaticano calificó el primer viaje del Papa Francisco a Tierra Santa como una «peregrinación», una «visita de carácter religioso», las palabras y, especialmente, las acciones del Pontífice tuvieron impacto político.
El Papa, que pronunció 14 discursos y homilías en tres días, en tres ciudades y para tres religiones, regresó a Roma luego de lanzar una audaz iniciativa diplomática para reactivar las negociaciones entre israelíes y palestinos; conversaciones que están en punto muerto desde el fracaso en abril de una mediación de Estados Unidos.
El presidente israelí, Shimón Peres, y el líder palestino, Mahmud Abbás, se comprometieron con Francisco a reunirse para orar por la paz en Oriente Medio bajo la cúpula de San Pedro.
La inmediata aceptación de ambas partes fue la demostración de que el Papa argentino es la persona más adecuada para hacer esta revolucionaria oferta.
Aunque Juan Pablo II y Benedicto XVI fueron grandes amigos del pueblo judío, en algunos líderes sionistas podía quedar la desconfianza de que uno era polaco y el otro alemán. Francisco es un latino, del que uno de sus mejores amigos es el rabino Abraham Skorka. Tal vez por eso, el Papa, aparte de su visita al Muro de los Lamentos y al Memorial de Yad Vashem - que también hicieron sus antecesores -, se detuvo en una parada inédita en la tumba de Theodor Herzl, fundador del sionismo.
«La paz es cuestión de fantasía e inspiración. Usted tiene estos dos elementos. Gracias», le dijo Shimón Peres al Papa durante el encuentro privado en la residencia presidencial.
Francisco, que inició su periplo por Jordania, donde visitó el lugar tradicional del bautismo de Jesús en el río Jordán y pidió por Siria, se reunió en Cisjordania con líderes palestinos y escuchó las quejas de la población, llegando a tocar el muro de separación.
Durante su última jornada, intensa y emocionante, el Pontífice visitó la Explanada de las Mezquitas y el Muro de los Lamentos.
El Papa llamó a cristianos, musulmanes y judíos a ser «agentes de paz y justicia».
«El terrorismo es un mal en el origen, porque viene del odio, y en los resultados, porque no construye sino destruye. Quisiera que todo el mundo entendiera que el terrorismo es fundamentalmente criminal. Yo rezo por estas víctimas y por todas las víctimas del terrorismo del mundo. Por favor, no más terrorismo. El terrorismo es un camino sin fin», dijo Francisco, durante la visita al monumento en honor de las víctimas civiles de atentados en Israel, un gesto que realizó por petición del primer ministro Netanyahu.
Según analistas, lo que deja la visita de Francisco es que los resquemores iniciales ante la posibilidad de que inclinase a un lado u otro la balanza de los afectos o las críticas eran infundados.
El Papa no vino a reprender a israelíes y palestinos, a judíos o musulmanes, sino precisamente a lo contrario, a apoyar los esfuerzos de los líderes más comprometidos con el diálogo y a poner el foco en los destrozos de la guerra y la violencia.
Foto: Gentileza Andrés Lacko