Ayer viernes continuaron las ráfagas de cohetes de corto y largo alcance sobre Israel, y el impacto más significativo, luego de la estación de servicio en Ashdod, con un herido grave, fue la destrucción de una casa en Beer Sheva, de donde debió ser rescatada una anciana que resultó levemente herida. Se quejaba: «No tenemos blindaje aquí. Estamos a la vera de Dios».
Es que el sistema Cúpula de Hierro está teniendo un éxito de alrededor del 95%. Ese 5% restante es completado por los habitantes, a los que el Comando Civil del Ejército llama a cumplir sus instrucciones de seguridad.
Mientras el Gobierno sigue decidiendo si enviará al Ejército a una incursión terrestre a Gaza, la Fuerza Aérea continuó sus bombardeos focalizados. Los portavoces indicaron que aún quedan cientos de objetivos en lo que llaman el «banco de blancos». Según informes médicos desde Gaza, durante la noche perdieron la vida 8 palestinos, uno de ellos de 17 años.
La cuenta total de muertos palestinos en la Franja de Gaza asciende a 118 según las mismas fuentes, 33 de ellos durante todo el día de ayer. Se informó también de 700 heridos durante los cinco días que lleva el operativo.
Durante el día de ayer y hasta el inicio del Shabat, el Ejército israelí completó la reunión de las fuerzas infanteria suficientes para una primera etapa de incursión terrestre. Dado que Hamás no dio señales de disminuir el ritmo de los lanzamientos de cohetes, un ataque por tierra parece probable, aunque también podría no ocurrir. Si ocurre, será en cualquier momento a partir de ahora.
Muchos se preguntan: si los bombardeos israelíes por tierra han duplicado su ritmo respecto de lo que fue «Pilar Defensivo» en 2012, por qué no logran aminorar el ritmo y alcance de los lanzamientos palestinos.
En los medios israelíes respondieron, citando fuentes militares, que existían dos lugares donde Israel no puede llegar desde el aire: uno es el sistema de túneles, donde se esconden cohetes y altos jefes terroristas (dejando, dicho sea de paso, a toda su población a cielo abierto); el otro son hospitales, mezquitas y colegios repletos de civiles.
Fuera de discusión queda la moralidad de Hamás. Como lo dijo Netanyahu (una frase que por su estilo, quizás fue acuñada en realidad por Shimon Peres): «Nosotros utilizamos un sistema antimisiles para proteger a nuestra población civil; Hamás utiliza a su población civil para proteger sus misiles». Pero en cuanto a lo militar, allí el trabajo deberá ser otro, pues Israel no desea perpetrar una masacre de miles.
Por eso, ayer comenzaron a levantar vuelo las voces diplomáticas para lograr un cese del fuego entre Hamás e Israel. El presidente norteamericano, Barak Obama, ofreció al primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, mediar.
Otro país, preocupado por que el actual conflicto desestabilice la región es Turquía, y un alto funcionario de Gobierno de ese país se puso en contacto con sus pares israelíes para ofrecer mediación.
Según Arad Nir, analista internacional del Canal 2 israelí, los centros de toma de decisión en el mundo - gobiernos, parlamentos - dan legitimidad al operativo y al derecho de Israel a defenderse, aunque piden al Estado hebreo autocontención y moderación en el ataque.
Algunos de ellos le expresaron al Gobierno israelí que, dado que una incursión terrestre no logrará tampoco eliminar del todo la capacidad balística de Hamás, y dado que de por sí Israel no tiene intención de derribar a Hamás del Gobierno en Gaza - pues las alternativas son más extremistas aún -, la única vía para culminar con esta vuelta de violencia es la salida diplomática.
Y cuanto antes mejor.